El hecho de que la suma de los tres partidos de derechas, PP, C,s y Vox, haya conseguido una amplia mayoría absoluta en Andalucía tras el descalabro del PSOE y el retroceso de la versión andaluza de Podemos, constituye no sólo un vuelco histórico en esta autonomía, sino también para el conjunto de España. La campaña electoral se ha desarrollado en clave nacional con la mirada puesta en la política española. Es la primera vez que se votaba en otra autonomía española después de la deriva que ha tomado el proceso catalán. Los resultados, con la espectacular irrupción de Vox con doce diputados, son claros: el electorado andaluz gira a la derecha porque ve en peligro la unidad de España.

Pierden Sánchez e Iglesias.
Mientras Susana Díaz ha recibido un golpe del que le será casi imposible recuperarse, los grandes derrotados son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que articularon la moción de censura contra el PP el pasado junio con el apoyo de los soberanistas vascos e independentistas catalanes. Ahí está la clave. La reacción del electorado andaluz es el fruto del miedo a que Cataluña logre separarse. Este miedo ha sido hábilmente explotado por PP, Ciudadanos y sobre todo y con gran eficacia, por Vox. La mayoría de los andaluces han entendido que defender sus intereses es pararle los pies a la Generalitat catalana. Son una de las autonomías mejor financiadas y saben que dejarían de serlo si el procés se saliese con la suya.

Moncloa, contra las cuerdas.
Pedro Sánchez se encuentra ante una encrucijada escalofriante. Si adelanta las elecciones generales a marzo, se expone a un descalabro de consecuencias enormes, dando paso en el poder a un previsible tripartito de las derechas. Pero si intenta mantenerse, expone a un severo correctivo a su partido en las autonómicas y locales del próximo mayo para, seguidamente, perder el Gobierno central meses más tarde. Ahora lo que más votos da es el miedo al separatismo catalán. Ha quedado claro en Andalucía.