La dimisión de Ramón Espinar como secretario general de Podemos en la capital de España y de sus cargos institucionales constituye un importante un nuevo eslabón en la ya larga cadena de despropósitos y enfrentamientos que vive esta formación. Se marcha para no tener que enfrentarse en las urnas al ‘rebelde’ Iñigo Errrejón y a su Más Madrid.

Podemos apuntaba a ser la nueva bandera de la izquierda llamada a sustituir al PSOE. Ahora es un foco de tensiones y vanidades heridas. Esta crisis condicionará los resultados de las próximas autonómicas.

El descenso de los cielos

El mensaje de ‘asalto a los cielos’ lanzado por Pablo Iglesias hace un lustro cosechó resultados electorales espectaculares. Podemos y aliados tienen, entre otras, las alcaldías de Madrid y Barcelona. Y este partido ha sido clave para expulsar al PP de Moncloa. Pero las peleas intestinas amenazan con echar por tierra una parte importante de los enormes activos conquistados.

A ello hay que añadir torpezas incomprensibles, como el chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero. La pareja olvidó al adquirirla que en política se predica con el ejemplo cuando se pide el voto y la ilusión de los segmentos más débiles de la sociedad. A la casa de Galapagar han venido a sumarse los celos inocultables entre Iglesias y Errejón que han causado una sonada escisión en Madrid, corazón de Podemos.

Repercusiones en Balears

Podemos también ha tenido estridentes choques en Balears, sobre todo en el Parlament con Xelo Huertas y Montse Seijas. De hecho, de cara a mayo habrá cambios y trasvases de nombres en las listas, comenzando por el diputado Juan Pedro Yllanes, que es el nuevo candidato a president del Govern. Estos trasvases son prueba de tensión interna.

Pero en todo caso la intensidad de la lucha en Baleares está muy lejos de la pelea fratricida de Madrid, donde el liderazgo de Pablo Iglesias comienza a correr serio peligro.