El papel estratégico que desempeña el sector agrícola-ganadero como primer gestor del territorio y garante del paisaje rural de Balears se ve amenazado por la disminución de la rentabilidad de las explotaciones mientras, paradójicamente, aumenta su productividad. Ni la sociedad ni las instituciones valoran el gran potencial del campo como productor de numerosos alimentos y materias, así como la necesidad de contar con un sector primario activo, donde agricultores y ganaderos sean unos profesionales cuyas familias han de obtener unos recursos e ingresos dignos. Más allá del debate sobre la legalización de las construcciones con uso agrícola que propició la primera Ley Agraria de Balears, aprobada durante la anterior legislatura, puesto que al final sólo se han acogido 106 instalaciones, este sector necesita instrumentos y oportunidades para superar la situación de mera supervivencia en la que se halla hoy. Medidas para evitar el cierre constante de explotaciones, con el cese de la actividad en numerosas fincas de vacuno de leche.

Diversificación y comercialización.

Los dos grandes retos de la agricultura y la ganadería en el Archipiélago consisten en la diversificación y la comercialización de sus productos. Además de producir, hay que saber vender. En esta línea, representa un acierto la regulación de la venta directa en las mismas fincas al ofrecer producto local y de temporada. El potente sector hotelero debería apostar por la carne, la fruta, el aceite, el vino y las hortalizas de Balears.

Aprovechamiento de la biomasa.

La gestión y la explotación de las masas forestales, que cubren el 44 por ciento de la superficie de Balears, constituye otra oportunidad para el sector primario. En Mallorca se talan hoy unos 24.000 pinos blancos, lo que supone que se corta menos del 0,15 por ciento del total de esta especie. Es el momento de aprovechar la biomasa de los bosques con la recuperación de su antiguo rendimiento económico que también reducirá el riesgo de incendio en los bosques.