La norma general ‘una persona, un cargo’ en el PP balear, impulsada por Gabriel Company, tendrá una excepción. El presidente del Consell d’Eivissa seguirá siendo diputado autonómico en el Parlament, como reclamaba el PP insular. Así, podrá intervenir en la Cámara en la tramitación de las leyes y proposiciones que afecten a la isla y mantendrá contacto semanal con el presidente y los consellers del Govern. Una solución que reconoce la singularidad de Ibiza, que no es en absoluto comparable a Mallorca.

Pulso duro.
El PP ibicenco se ha aplicado a fondo e intensamente para hacer ver a la dirección regional que su decisión de impedir que Vicent Marí, el candidato a presidir el Consell d’Eivissa, fuese también el número uno de la lista electoral al Parlament, además de trastocar los planes de la organización insular, suponían un grave revés que tendría consecuencias en el resultado de las elecciones. Esta preocupación hizo recapacitar a Gabriel Company, pues también él como candidato a president del Govern se vería perjudicado en sus aspiraciones. No en vano se ha dicho repetidamente que el éxito del PP de Ibiza será decisivo para que el PP balear recupere las instituciones perdidas en 2015.

Inoportuno.
El frente que abrió Company con los populares ibicencos no podía surgir en peor momento, pues las elecciones son inminentes y los partidos deben concurrir unidos y cohesionados, sin despistarse de su principal objetivo y sin generar polémicas que la militancia y el electorado no comprenden completamente. La solución acordada es lo mejor que el PP ha podido hacer, pues todos parecen satisfechos y sin ganadores ni perdedores. Pero conviene que la crisis enseñe a que desde Mallorca deben asimilar que cada isla tiene sus particularidades y que no atenderlas, genera tensiones innecesarias que a nada bueno conducen.