La encuesta de intención de voto para las elecciones generales del próximo domingo, elaborada por Metroscopia, incluye una advertencia que encierra la extrema dificultad para afinar los resultados finales: el nuevo escenario político estará ocupado por cinco formaciones de ámbito nacional. Este dato explica gran parte de la complejidad e incertidumbre, ahora existentes, a la hora de estimar con alguna precisión el resultado final más probable. Porque una ligera fluctuación en el voto estimado para una formación puede repercutir de forma sustancial en las otras cuatro y en su respectiva asignación de escaños. A una semana de estos comicios, el PSOE obtendría una clara victoria. Con el 29,1 por ciento de los votos estaría hoy en condiciones de lograr entre 115 y 128 escaños, mientras que el PP, a casi diez puntos de distancia, con el 19,6 por ciento, se situaría en una horquilla de 76 a 88 diputados. Ciudadanos obtendría 49 escaños, Unidos Podemos 36 y Vox irrumpiría con 29.


Porosidad en la intención de voto.
No hay nada escrito ni decidido, porque si en 2016 el último escaño se dirimió en quince provincias por menos del uno por ciento del voto emitido en cada una de ellas, el próximo domingo puede ocurrir en más de veinte circunscripciones. La aglomeración de cinco formaciones de ámbito nacional en una franja tan estrecha, un hecho tan novedoso como sorprendente, propicia una gran porosidad en la intención de voto.

Dos debates decisivos.
Arranca la recta final de la campaña para el 28-A, con el horizonte de la próxima cita del 26 de mayo para las municipales, autonómicas y europeas. El debate que se celebró ayer y el de hoy adquieren gran importancia para decantar el voto indeciso. Porque en una democracia no gobierna quien gana, sino quien logra más opciones de pacto para articular una mayoría en el Congreso que le permita ser investido presidente. Incertidumbre máxima ante un desenlace desconocido.