Las negociaciones para la formalización de un nuevo acuerdo político que posibilite la reelección de la socialista Francina Armengol como presidenta del Govern, topó ayer con las reticencias de uno de los socios: Més per Mallorca. Mientras que Podemos batalla por lograr un puesto en el Ejecutivo autonómico, los ecosoberanistas plantean una estrategia negociadora mucho más amplia. Més recuerda a los socialistas que sus votos también son imprescindibles para la investidura en el Parlament, al igual que en el Consell de Mallorca y el Ajuntament de Palma, las tres instituciones de Balears más preciadas, a pesar del retroceso electoral sufrido en los comicios del pasado 26-M.

Poder e influencia.
Mientras que Podemos queda alineado con la estrategia estatal de la formación en su alianza con los socialistas, Més per Mallorca –Més per Menorca ya acordó en asamblea quedar al margen del Govern y prestar su apoyo desde el exterior– trata de remarcar su perfil propio con garantías de continuidad durante la legislatura. Más allá de la visibilidad institucional que otorgan los cargos, los negociadores de Més tratan de diseñar una impronta política que poder rentabilizar dentro de cuatro años frente al PSIB; el temor a quedar desdibujados ante el indiscutible avance de los socialistas está muy presente en las negociaciones para la reedición del Pacte.

Acuerdo inevitable.
El atasco negociador entre Més y el PSIB se intuye como un episodio más en la escenificación de un acuerdo que resulta imprescindible para todas las partes, pero en el que las formas adquieren una trascendencia especial. No resulta sencillo para los socialistas gestionar su triunfo. Evitar agravios enquistados entre sus socios es la mejor garantía para evitar sobresaltos y diferencias que el electorado siempre ha acabado castigando en las urnas. Mantener la tensión interna entre el bloque progresista sólo garantiza inestabilidad institucional, la peor salida para una crisis que se supone circunstancial.