La dirección estatal de Partido Popular ha decidido posponer la celebración de los congresos regionales, circunstancia que en el caso de Balears confirma y consolida el liderazgo de su presidente autonómico, Gabriel Company. El retroceso electoral del pasado mes de mayo, con la significada excepción de lo sucedido en Ibiza, ha sido analizado y digerido como una consecuencia de la evidente fragmentación de la derecha, dinámica de la que las Islas no han sido una excepción. De la conmoción inicial que supusieron los resultados adversos en los comicios al Parlament y los ayuntamientos, el PP balear ha logrado una estabilidad interna que podría peligrar ante una convocatoria congresual; un peligro que el entorno de Pablo Casado quiere dejar conjurado.

Neutralizar las voces críticas.
Company ha logrado superar los primeros golpes del inicio de la legislatura, una conmoción que ha tenido que gestionar durante los últimos meses para controlar las críticas internas. La dirección regional mantiene la sintonía con la cúpula estatal del partido, elemento esencial para entender el respaldo del líder regional de los conservadores. En este contexto, Gabriel Company trata de cerrar heridas abiertas y agravios personales. La unidad ha sido siempre uno de los factores que han explicado la fortaleza electoral del PP balear. Este activo principal no se quiere ofrecer deteriorado en el futuro.

Un nuevo escenario.
Con el aplazamiento del congreso regional, Gabriel Company afronta una nueva etapa en su mandato. La salida del PP del expresidente José Ramón Bauzá y su marcha a Ciudadanos le resuelve un contrapeso que siempre habría sido incómodo, mientras que ahora debe rentabilizar al máximo el respaldo explícito de Casado y el resto de dirigentes nacionales. Los próximos meses se adivinan determinantes, entre otras razones porque la solución de la interinidad del Gobierno acabará marcando los tiempos políticos en todo el país, en especial si se resuelve convocar una nuevas elecciones generales.