La encuesta de intención de voto para las elecciones del 10 de noviembre, elaborada por Ipsos, concluye con un empate entre los bloques de izquierda y derecha en la composición del próximo Congreso de los Diputados, adjudicando una mínima ventaja al formado por PP, Ciudadanos y Vox. También recoge el impacto de la abstención, cuantificada en unos dos millones de electores, fruto del hartazgo de las sucesivas convocatorias a las urnas y también como rechazo a los reiterados bloqueos y la incapacidad de pactar para formar Gobierno. A sólo seis días de los próximos comicios nada está decidido. El escenario es complejo, enrarecido y tensionado por el conflicto catalán con la sentencia condenatoria del ‘procés’ y las manifestaciones posteriores en Barcelona; la inhumación del dictador Franco, y las claras tendencias que marca el estudio demoscópico que publicamos hoy, lejos de las arriesgadas conclusiones del CIS de José Félix Tezanos, que adjudicó una clara mayoría al PSOE y el 50 por ciento al bloque de izquierdas.

Nueva correlación de fuerzas.
En conjunto, según el Ipsos, el PSOE ha quedado estancado, e incluso a la baja, con una horquilla de 110-121 diputados, menos de los que obtuvo el 28 de abril; Ciudadanos se derrumba, y pasa de 57 escaños a 18-31; y también cae Podemos, aunque aguanta la irrupción de Més País, y en lugar de 42 diputados obtendrá entre 31 y 40. En cambio, crece el PP, que de los 66 escaños del 28-A pasará a 84-95; y Vox también aumenta su representación: de 24 a 38-52 parlamentarios. De consolidarse estas tendencias, el PSOE perdería la mayoría absoluta en el Senado.

El riesgo de repetir las elecciones.
La campaña, hasta ahora de bajo tono, sólo ofrece el aliciente de los debates, que servirán para ratificar la posición de cada elector. En seis tendrán una nueva cita con las urnas. Entonces sabremos si Pedro Sánchez arriesgó demasiado al forzar unas elecciones con el objetivo de cosechar más diputados que los obtenidos el 28-A.