Los grupos políticos del Parlament ya tienen consensuado un acuerdo por el que el sueldo de los diputados no será recortado y, a modo de contrapartida, se comprometen a realizar donaciones por un importe del 20 por ciento de sus asignaciones. Este es el único gesto, de momento, que la clase política balear realizará en solidaridad con las decenas de miles de ciudadanos que sufrirán el impacto directo de la crisis generada por la Covid-19. La decisión de los parlamentarios, que se concretará mañana, apenas alcanza el valor de símbolo –no afectará a sus emolumentos– en unos momentos tan complicados como los que se avecinan. Menos han hecho aún otras instituciones que quedan en evidencia –Govern, Consell d’Eivissa y Consell de Formentera y ayuntamientos– que todavía no han querido abordar este tema.

Un descrédito merecido.
En circunstancias tan excepcionales como las provocadas por la pandemia del coronavirus parece razonable exigir a los políticos, como representantes de los ciudadanos, una mayor empatía y complicidad con la sociedad. No parece que entre la clase política balear, sin distinción de ideologías, haya la sensibilidad necesaria para entender las dificultades con las que amplios sectores de la sociedad deberán afrontar el futuro más inmediato. Algunas iniciativas – de Més, Podemos o el PI– quedan como actitudes inconexas y deslucidas por el desinterés institucional, incluso rebajadas ante la presión de las grandes formaciones.

Rectificación inmediata.
Los partidos políticos deben rectificar de inmediato esta actitud indolente, que quizá pasa desapercibida frente a la magnitud del desastre que acecha a trabajadores, empresarios y familias. Es el momento de arrimar el hombro, de colaborar en la medida de las posibilidades a minimizar los efectos adversos de una crisis inevitable; circunstancias ante las que nuestros representantes institucionales se han impermeabilizado. Es el momento de rectificar.