Las reuniones que mantuvo el Govern balear durante toda la jornada del miércoles y ayer por la mañana con Consell d’Eivissa, ayuntamientos y también con sindicatos y patronal antes de anunciar las nuevas medidas de restricción a la movilidad y a la actividad de la hostelería (toque de queda en toda la isla de las 22 horas a las 6 de la mañana, cierre de la actividad en el interior de los locales de hostelería y un aforo del 50% en las terrazas abiertas) suponen una rectificación en la forma de proceder con la que había actuado hasta ahora. Abandonar el unilateralismo y escuchar a todas las partes implicadas antes de decidir es el camino adecuado. Evita bochornos como los que, lamentablemente, estamos acostumbrados a ver, como el del pasado lunes cuando el Govern contradijo sus palabras del día anterior al retrasar el horario de inicio del toque de queda en Baleares tras reunirse con patronales y sindicatos de la hostelería.

Desconcierto de la ciudadanía.
La contraprogramación y rectificación permanente de las autoridades generan desconcierto en una ciudadanía que asiste atónica a los constantes cambios de criterio, lo que se traduce en una falta de credibilidad y, lo que es peor, contribuye a que se pongan en duda todas las medidas y todas las razones que se han expuesto para argumentar su implantación y la contraria. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, los ciudadanos de Ibiza han escuchado tres horarios diferentes para el toque de queda en solo cinco días.

Todos juntos frente a la pandemia.
Directa o indirectamente, todos los partidos ibicencos estuvieron representados ayer en la rueda de prensa en la que se anunciaron las medidas. El Partido Popular de Ibiza y especialmente el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, está teniendo un comportamiento intachable durante toda la crisis, apoyando las medidas del Govern, incluso aquellas que no le han sido consultadas o con las que no está de acuerdo. La lealtad institucional contribuye a evitar que el foco se disperse cuando todos los esfuerzos han de ir focalizados a reducir el índice de contagios, cuyo crecimiento no deja de crecer, con el objetivo de poder tener temporada turística, amén de preservar la salud pública de la población mientras no pueda ser vacunada masivamente.