Demonizar el vehículo privado y no ofrecer alternativas reales a su uso supone obviar que es conducido por ciudadanos que lo conducen normalmente por necesidad. Las ciudades salen beneficiadas con amplios espacios para el peatón y con calles y zonas exclusivamente peatonales, siempre que este tipo de procesos se acometan sin un posicionamiento ideológico que impida ver que ofrecer alternativas para que vecinos y visitantes puedan estacionar con comodidad es imprescindible para que la transformación tenga éxito. La despoblación del barrio de la Marina de Ibiza es un ejemplo de ello, si bien en ella han influido otros factores también y, por lo tanto, es disparatado concluir que es la falta de aparcamiento en exclusiva la causa de su decadencia.

Persistir en el error.
Lejos de aprender la lección, el Ayuntamiento de Ibiza continua eliminando plazas de aparcamiento de la ciudad sin ofrecer alternativas. La ampliación de las aceras de varias calles de L’Eixample ha supuesto la eliminación de 144 plazas. La reforma de Isidor Macabich con un carril bici que tendrá continuidad en la Avenida Bartomeu Rosselló supondrá la eliminación de decenas de aparcamientos más, al igual que la peatonalización anunciada ayer de varias calles del entorno del Paseo Vara de Rey, sin que nada se haya hecho para ampliar las plazas de los aparcamientos disuasorios ni su conectividad. Todo ello es coherente con el objetivo confesado por el alcalde, Rafa Ruiz, de «expulsar» el coche de la ciudad.

El cinismo de la capitalidad.
Contrasta que el gobierno municipal minimice los efectos de la expulsión del coche y de aquellos que lo conducen de la ciudad de Ibiza para los vecinos de la ciudad y los admita única y abiertamente para los que no lo son, según la teoría del concejal de Movilidad, Aitor Morrás, con la batalla política emprendida para lograr fondos de Govern y Consell que compensaran el supuesto efecto negativo de ser la capital y sede de todos los organismos públicos de la isla. Numerosos ciudadanos de otros municipios trabajan en Ibiza y muchos otros se trasladan a diario para realizar gestiones por este motivo. Una capital lo es tanto para recibir fondos extraordinarios, que nadie cuestiona, como para atender a los visitantes que acuden a ella porque necesitan hacerlo.