El ataque sorpresa de Hamás, la organización militar y política de Palestina, sobre Israel ha abierto un escenario de preocupación e incertidumbre a escala mundial, con centenares de víctimas y heridos, miles de desplazados, y una escalada de la violencia. Los efectos ya se están viendo en los mercados bursátiles, que se han teñido de rojo; aumenta el precio del petróleo, huye el turismo de la región, y se están cancelando numerosos vuelos y viajes. Este nuevo trágico capítulo en el largo conflicto que enfrenta a palestinos e israelíes no ha hecho más que empezar, porque el primer ministro Benjamín Netanyahu ya ha advertido a los israelíes que se preparen para una guerra larga y difícil. La mayor ofensiva de Hamás en décadas, que ha dejado en evidencia los servicios de Inteligencia de Israel, golpea el avispero geoestratégico de esta zona y agrava el antiguo enfrentamiento, con resultados imprevisibles. Aún se desconocen cuestiones clave, como la implicación de terceros países. «The Wall Street Journal» apuntó ayer a Irán, enemigo histórico de Jerusalén. Funcionarios iraníes habrían ayudado a planificar el ataque a Israel.

Escenario bélico y desacuerdos
Israel, que se siente agredido y humillado, ha movilizado a 300.000 reservistas en su respuesta para pasar a la ofensiva. Al mismo tiempo ha ordenado el «bloqueo total» de la Franja de Gaza, de manera que el enclave palestino quedará sin suministro de electricidad, alimentos y combustible. Y el Gobierno de España manifestó su su «desacuerdo» con la suspensión de la ayuda a Palestina anunciada por la Unión Europea sin consultar a los estados miembros.

Fracaso de la diplomacia.
Urge parar este enfrentamiento bélico que se acentuará en los próximos días. Esta guerra constituye un fracaso de la diplomacia que deteriora las relaciones internacionales y abre un periodo de grandes riesgos. El polvorín de Palestina e Israel es un incendio que cuestiona la seguridad y la paz. Es el momento del diálogo.