El presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, es el único responsable de la crisis que se vive actualmente en la isla desde el momento que emitió un confuso comunicado en el que anunciaba que dejaba de apoyar de forma incondicional al Govern. Durante una semana Córdoba ha protagonizado un vodevil difícil de entender y explicar, que el sábado le obligó a pedir disculpas a los miembros de su propio gobierno que el día antes le pidieron que dejase el cargo de presidente.

La crisis no está resuelta.
Por mucho que Córdoba dé por zanjada la crisis, los problemas no están zanjados. Sus ocho consellers, es decir, todos los miembros de su gobierno, le acusaron el sábado de provocar una tensión innecesaria y anunciaron unas medidas que se pueden concretar en los próximos días. Lo que ha ocurrido es demasiado grave (especialmente las amenazas de Córdoba a la presidenta Prohens) para zanjarlo con un simple comunicado. La falta de confianza entre Córdoba y sus consellers es absoluta y difícilmente se podrá reconducir la crisis sin una salida traumática.

Córdoba, el único culpable.
Por mucho que Córdoba intente ver campañas mediáticas en su contra, el actual presidente del Consell es el único responsable de lo ocurrido. Por lanzar mensajes confusos, por no explicar la verdad de todo lo ocurrido, y por poner en peligro la estabilidad del gobierno que preside. Lo más lógico sería que Córdoba asumiese su realidad política al quedarse sin apoyos en su propio gobierno. Y la realidad debe conducirle a dar un paso atrás. Un presidente no puede gobernar con todos su gobierno en contra. Es antinatural y va en detrimento de los ciudadanos de Formentera que supuestamente tanto defiende Córdoba ante el Govern. Tampoco debería olvidar Córdoba que su voto no es decisivo en el Parlament, por mucho que intente hacer creer lo importante. Por todo ello es evidente que la crisis no está zanjada en Formentera.