Como era de esperar, los socialistas no han querido hacer una lectura nacional de los resultados de Galicia. Si el PP hubiera perdido la mayoría absoluta seguramente los dirigentes del PSOE hubiesen exigido responsabilidades políticas a Núñez Feijóo, pero ahora esgrimen que lo ocurrido en Galicia ha sido por culpa de la débil estructura del partido. Está claro que el PSOE no quiere hacer autocrítica, analizar los errores que está cometiendo, y ya ocurrió algo similar en las pasada elecciones autonómicas y municipales. La convocatoria electoral de julio tapó el fracaso de mayo, pero ha habido tiempo suficiente para analizar lo ocurrido en las urnas.

Un problema global

Gobernar no debería impedir realizar una autocrítica profunda y útil para marcar un nuevo camino. La reelección de Pedro Sánchez como presidente ha evitado la necesidad de analizar, por ejemplo, qué ocurrió en Ibiza para que los socialistas ya no gobiernen en ningún ayuntamiento, y evidentemente tampoco en el Consell d’Eivissa. Tampoco a nivel autonómico se produjo ningún análisis a pesar de que Francina Armengol perdió la presidencia del Govern. Es evidente que hay un problema global, pero que debería analizarse también a nivel autonómico, insular y municipal.

Pocas críticas

En las elecciones gallegas no se ha producido un «éxito de Franco», como aseguraba frívolamente en Twitter la exconsellera socialista Silvia Limones. Hacer este tipo de comentarios ya da a entender que no solo no se piensa realizar un mínimo autocrítica sino que desde el PSOE se sigue criminalizando a todos aquellos que no piensan como ellos. Es extraño que Limones o alguno de sus compañeros no haya culpado a los medios de comunicación del fracaso del PSOE. Por mucho que lo diga Limones en Galicia no ganó Franco, que por cierto hace más de 48 años que falleció. Ganó el PP por quinta vez consecutiva y perdió estrepitosamente el PSOE, que ha logrado el dudoso mérito de ser a tercera política en Galicia, igual que en Madrid. Los propios votantes socialistas merecen un poco más de respeto y algunas explicaciones serias y sin rectificar es evidente que la situación solo puede empeorar hasta el desastre final.