La presidenta del Congreso de los Diputados y expresidenta de Balears, la socialista Francina Armengol, compareció por fin este martes para dar explicaciones por su participación en la trama del ‘caso Koldo’ y la compra de mascarillas defectuosas a empresas vinculadas al exasesor de José Luis Ábalos. Después de muchos días de no dar ni una sola explicación, más allá de mostrarse indignadísima por este escándalo, la realidad es que las palabras de Armengol delante de los medios fueron poco convincentes. Intentó eludir su responsabilidad y, por el contrario, cargó contra dirigentes del PP por reclamar su dimisión.

Demasiado tiempo callada

El gran problema de Armengol es que ha estado demasiado tiempo callada, alimentando este escándalo. Porque es evidente que las explicaciones dadas por Negueruela han sido poco convincentes. No puede tener ninguna credibilidad alguien como el portavoz socialista, quien ante trama vinculada a su partido ha optado por pedir durante días la dimisión de Marga Prohens porque, según él, dejó caducar la petición de devolución del dinero de las mascarillas, una denuncia que no está ni mucho menos confirmada. De hecho, Prohens se ha personado en la causa para poder recuperar el dinero por la vía penal.

Investigación independiente

No se trata, como pretende hacer creer Armengol, que este asunto es un tema del PP y de algunos medios de comunicación. Convendría recordarle a la expresidenta de Balears que el escándalo ha surgido gracias a una investigación de la Guardia Civil. Tampoco es cierto que su Govern no esté investigado porque Armengol obvia intencionadamente que la Fiscalía Europea ha iniciado ya una investigación sobre la participación de Balears y Canarias en esta trama. También conviene recordarle a Armengol que la Oficina Anticorrupción que ella tanto defiende sospechó sobre la compra de las mascarillas a una empresa que no tenía ninguna experiencia en temas sanitarios. Armengol ha comparecido, pero no ha aclarado todas las preguntas sobre esta trama, sobre todo quién fue el contacto para comprar las mascarillas a esta empresa fantasma. Y lo peor, más allá de la falta de explicaciones convincentes, es que su incompetencia ha costado mucho dinero a los ciudadanos de Balears: casi cuatro millones.