Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, ha sido citada a declarar como imputada en julio para que aclare su relación con empresarios que recibieron dinero público del Gobierno. Las distintas informaciones que han aparecido son realmente preocupantes ya que la propia Gómez firmó una carta de recomendación para un empresario que finalmente fue beneficiado por el Gobierno. Además, los medios de comunicación están informando sobre supuestas irregularidades en la contratación de un software con dinero público por parte de Gómez. La causa está abierta y, a pesar de las presiones que ha recibido, el juez mantiene las diligencias abiertas y acusa a Gómez de corrupción con negocios privados y tráfico de influencias.

La postura de Sánchez.

Más allá de intentar dar explicaciones, la estrategia que mantiene Sánchez es la de acusar a todos aquellos que ponen en duda la honorabilidad de su esposa: desde jueces a medios de comunicación y, por supuesto, los partidos de la oposición. Todo lo que se ha publicado hasta ahora son bulos y lo que se busca, dice Sánchez, es enfangar su imagen y la de su esposa por motivos políticos. Es preciso recordar que la Audiencia Provincial de Madrid ha defendido al juez que instruye la causa contra Begoña Gómez, mientras la Fiscalía se opone a seguir la investigación. Por lo tanto, el juez ve indicios claros de delito.

Máxima transparencia.

Hablar de bulos o de fango no evitará que Begoña Gómez se vea obligada a dar explicaciones por sus actividades privadas. No es un asunto menor que la mujer del presidente del Gobierno pueda utilizar su influencia para beneficiar a determinados empresarios, pero realmente constituye un insulto a la inteligencia que todo el aparato gubernamental, con el apoyo de algunos medios, intenten hacer creer que todo es un montaje para dañar la credibilidad de Sánchez. Ya dirá el juez si Gómez ha cometido un delito, pero desde el punto de vista político las actividades de la esposa del presidente del Gobierno no pueden generar ni un ápice de duda. Y empieza a haber informaciones (contrastadas, por otra parte) que realmente son preocupantes y que si se confirman deberían obligar a Sánchez a asumir responsabilidades políticas.