Había en esta ocasión cierto interés añadido, por la novedad, en el debate sobre el estado de la autonomía, ya que, coincidiendo con los primeros cien días de gobierno progresista, era la primera vez que una voz distinta a la del Partido Popular iba a desgranar sus promesas cumplidas, sus compromisos futuros y sus realidades ante la ciudadanía balear.

Y en cierto sentido la comparecencia de Francesc Antich ante el Parlament balear ha defraudado en parte porque se ha centrado en un discurso ilusionante, eso sí, pero meramente teórico, político, ideológico, centrado en el plano de las ideas y no en las realidades y problemas concretos que afectan a nuestra Comunitat, que son muchos, como él mismo reconoció. Pero se limitó a exponer sus ambiciones sin citar planes, programas, proyectos de ley e iniciativas prácticas.

El president prometió desde los primeros minutos de su intervención no mirar hacia el pasado y, sin embargo, centró gran parte de su discurso en criticar la acción del anterior Gobierno. Los ciudadanos no queremos escuchar críticas, arengas o puyas entre políticos, queremos que se centren en su trabajo, que no es otro que resolver problemas, proyectar un futuro mejor para la gente y sentar las bases para hacerlo realidad.

Y ahí es precisamente donde puso el acento la líder de Unió Mallorquina, Maria Antònia Munar, socia del Pacte de Progrés pero ajena al Govern, que consideró la intervención de Antich «descafeinada», una crítica leve, pero que pone de manifiesto el descontento entre los compañeros de viaje de un pacto quizá débil por las diferencias que existen entre sus miembros. De cualquier forma, aún queda una jornada de debate, con réplicas y contrarréplicas, en la que se verá cuánto da de sí el espíritu utópico y la capacidad de realismo del nuevo Govern.