Ayer era el día señalado para el comienzo del fin de la tregua y miles de españoles dieron una contundente respuesta a la banda terrorista ETA. Los partidos políticos habían convocado en todas las capitales "y esta vez con el apoyo de Euskal Herritarrok por primera vez" manifestaciones silenciosas que demostraran a los violentos que están más solos que nunca. Y muchos, muchísimos españoles, decidieron decir «basta» a una situación que los etarras se empeñan en resucitar y que muchos teníamos la esperanza de que hubiera terminado para siempre.

Ahora, por desgracia, sólo queda esperar el impacto de una nueva acción terrorista o bien que una brizna de sensibilidad les llegue a los responsables de la banda etarra para que reconsideren una decisión que todos "hasta sus más íntimos allegados hasta hace poco" consideran equivocada. Y eso, ya lo han demostrado muchas veces "con la terrible muerte de Miguel Àngel Blanco, por ejemplo", es casi un imposible.

Lo que ocurre ahora es que se han producido algunos gestos que dan pie a mantener viva cierta esperanza. El PNV de Xabier Arzalluz ha elaborado un proyecto de futuro para Euskadi en el que Euskal Herritarrok parece estar interesado e incluso el socialista Joaquín Almunia ha declarado que «hablaremos de independencia cuando ETA deje las armas».

Son sólo gestos, pero plenos de significado para un país en el que la política se hace y se deshace más a base de gestos que de acciones. Por eso EH ha pedido al PNV que se decida a pasar a la acción. Y no estaría de más pedir eso mismo a todos los partidos políticos, que dejen de lado sus rencillas particulares por un instante y se dediquen en cuerpo y alma a la tarea más ilusionante y necesaria de este país: conseguir la paz definitiva.