El día después del devastador temporal que ha asolado Balears, llega el momento de hacer las primeras valoraciones, aún cuando, desgraciadamente, no han podido ser solventados todos los problemas y ayer prácticamente toda la población se esforzaba en reparar los inmensos desperfectos. El Govern, reunido ayer en sesión de urgencia, decidió solicitar al Gobierno central la declaración de zona catastrófica para que la parte más afectada del archipiélago pueda afrontar con la menor cantidad de penurias los arreglos. Inmersos en la tarea de intentar volver a la normalidad, todavía con miles de domicilios sin luz en muchos enclaves de las Islas , como millones de ciudadanos en todo el mundo, volvían a verse sacudidos por la noticia de una tragedia en Nueva York. Con la mente puesta en los sucesos del 11 de septiembre, fue inevitable pensar que podía tratarse de un nuevo atentado en la Gran Manzana, una hipótesis que no ha podido ser confirmada. Por el momento, sólo nos podemos referir a un trágico accidente aéreo que viene a representar un nuevo mazazo para las compañías de aviación.

Evidentemente, las enormes pérdidas materiales sufridas en Balears por causa del temporal son y seguirán siendo motivo de preocupación; pero el suceso de Nueva York, con más de 160 muertos, y lo que pudo significar si hubiese sido un atentado, obliga a relativizar la importancia de los efectos del temporal, salvo en lo que se refiere a la pérdida de dos vidas humanas: un taxista de Palma y un operario, ambos en Mallorca, dos hombres que murieron cuando estaban cumpliendo con sus obligaciones profesionales. Esto es lo peor. Todo lo demás tiene solución. Hará falta mucho dinero y que esta vez, sin excusa alguna, todas las instituciones, desde el Gobierno central "con un mallorquín en la cartera de Medio Ambiente, que no puede fallar a sus conciudadanos" hasta el último municipio afectado, se impliquen a fondo para que todo vuelva a ser como era antes del temporal.