El president del Govern, Francesc Antich, ha acusado al sector hotelero de crear alarmismo económico y de hacer un uso perverso de las cifras y ha vuelto a hacer un llamamiento al diálogo. Y eso es precisamente lo que hace falta, más diálogo para no tensar más la cuerda y provocar una extraña imagen de Balears en el exterior, que puede repercutir negativamente en el motor principal de nuestra economía, el turismo.

Los hoteleros, en protesta por la política del Ejecutivo autonómico, han efectuado los más diversos desplantes, el último de ellos en la reunión del consejo de la ecotasa. Y recordemos que tampoco asistieron a la presentación de la nueva imagen turística del Govern en cada una de las Islas ni en Fitur. Eso además de declaraciones y contradeclaraciones y de afirmaciones sobre las más negras perspectivas sobre la próxima temporada. Un dibujo desolador que en nada contribuye al buen funcionamiento de todo nuestro sistema económico, antes al contrario.

Por ello es muy importante que Antich reitere una y otra vez sus ofertas de diálogo, pero sería enormemente positivo que del otro lado se diera algún paso en este sentido. El empecinamiento del sector es terriblemente negativo y en nada contribuye a una normalización absolutamente imprescindible.

Las discrepancias son lógicas y, evidentemente, pueden darse puntos de vista diferentes y opiniones claramente contrapuestas, pero esto no debe verse como una barrera infranqueable. Realmente es posible alcanzar acuerdos, aunque esto sólo es posible sentándose a la mesa a dialogar y abandonando posturas excesivamente dogmáticas. Hay que tener en cuenta que el perpetuo enfrentamiento origina graves perjuicios, no sólo a los empresarios del sector turístico, sino a toda la sociedad balear.