Faltan tan solo tres días para que finalice el año 2003 y el futuro del Consorcio Patrimonio de la Humanidad continúa en el aire. Este organismo fue creado por el Ayuntamiento de Eivissa, Consell y Govern para gestionar los bienes Patrimonio de la Humanidad, reconocimiento que se había logrado el año anterior y que colocaba a las Pitiüses como el único lugar de Balears con tan prestigioso título. Entonces, el nacimiento de este consorcio coincidió con mandato del Pacte en estas tres instituciones y garantizaba una serie de partidas económicas muy importantes para preservar sus bienes y, sobre todo, lavar la cara a barrios degradados como sa Penya, la Marina o Dalt Vila y modernizar todo el entorno de una ciudad muy necesitada de iniciativas como ésta.

Los primeros años del Consorcio han transcurrido despacio, con algunos resultados que mostrar a la ciudadanía, no demasiados, pero con muchos proyectos y, sobre todo, se ha conseguido sentar la base de lo que debería ser un organismo de este tipo: sin influjos políticos, gobierne quien gobierne.

Con la llegada del PP al Consell y al Govern la situación ha cambiado. Los populares, alentados por el conseller de Patrimonio, Joan Marí Tur, tratan de cambiar los estatutos y desbancar de la presidencia del Consorcio al alcalde socialista, Xico Tarrés. De momento han suspendido su aportación económica hasta que el Ayuntamiento no ceda en estos dos puntos, algo que el Consistorio siempre se negará porque lógicamente no dejará que otros decidan qué se hace y cómo se invierte en su ciudad. Y así, en este punto, con las espadas en todo lo alto, se llega al mes de enero, con la incertidumbre de qué pasará y con la sensación de que para algunos los intereses políticos dominan sobre organismos que nada tienen que ver con ello. Y si no que miren a otras ciudades Patrimonio de la Humanidad, dode conviven instituciones de todos los colores sin rivalidades absurdas como ésta.