El Parlament aprobó ayer la reforma del Estatut con los votos de PP, PSOE y Unió Mallorquina después de unas intensas negociaciones y desencuentros entre Matas y Antich. La aprobación del nuevo Estatut, que ahora iniciará su tramitación en el Congreso de los Diputados, supone la culminación de un ejercicio de madurez por parte de los grupos políticos, aunque también es respetable la postura de los partidos que se han opuesto. A Matas le salió bien su estrategia para conseguir que el Estatut saliese del Parlament para iniciar su tramitación en el Congreso. Matas planteó que había que aprovechar la oportunidad histórica de aprobar el Estatut para seguir negociando en el Congreso. Después del debate parlamentario, Matas y Antich sellaron su acuerdo, que permitirá la creación del Consell de Formentera, incluye la propuesta de compensar con 3.000 millones el déficit histórico de Balears e incorpora la «cláusula» para equipararnos a las ventajas en materia de insularidad que pueda conseguir Canarias en el futuro. Por el contrario, no habrá cambios en materia lingüística y tampoco se incluirá una referencia al nuevo Régimen Especial de Balears. Tanto Matas como Antich han hecho concesiones en pro del consenso con el claro objetivo de alcanzar un acuerdo. Y es que ni el president del Govern ni el líder socialista podían permitirse el lujo de desaprovechar esta oportunidad histórica de mejorar la configuración de nuestra autonomía.

Pero todavía falta un escalón para conseguir el gran objetivo. Matas acepta que el Congreso de los Diputados introduzca algunos cambios en el texto, pero el president quiere negociarlos directamente con el PSOE, sin la intervención del PP nacional. Antich deberá jugar un papel fundamental en Madrid.