La ubicación del recinto ferial en la zona aeroportuaria de Palma ha sido una decisión no exenta de polémica, pero que, por encima de todo, solventa un problema de infraestructuras que ha padecido la Isla desde hace años. Nadie puede discutir, hoy por hoy, que las actuales instalaciones de Ifebal, en el Polígon de Llevant, son totalmente insuficientes y que no cumplen con las expectativas ni de empresarios ni de los visitantes.

Pero una vez elegido el aeropuerto de Palma como sede del recinto ferial, sería conveniente subrayar algunos de los interrogantes que muchos colectivos se están planteando. En primer lugar, la ubicación del recinto ferial hubiese podido estar en Palma, lo que hubiera supuesto una comodidad para los visitantes. Una vez elegido Son Sant Joan, el Govern debería plantearse muy en serio poner en marcha un sistema de transporte eficiente -un metro, por ejemplo- para unir Palma y el aeropuerto. Por una parte, se mejorarían las conexiones entre Son Sant Joan y los núcleos urbanos para los pasajeros, pero también sería una buena opción para todas aquellos visitantes del recinto ferial. Sin esta apuesta de transporte, el nuevo recinto ferial provocaría más perjuicios que beneficios. La elección de una ubicación para el recinto ferial ha sido una cuestión en la que el Govern no ha actuado, precisamente, con demasiada rapidez. Mientras que en materia de carreteras la celeridad ha sido algo evidente, el conseller d'Indústria, Josep Juan Cardona, ha tardado demasiado en elegir el recinto ferial. Por ello, ahora ha llegado el momento de actuar con mucha más diligencia. Hay que resolver todos los problemas que plantean los empresarios -quieren expositores abundantes- y deben habilitarse un número suficiente de aparcamientos para facilitar los accesos a los visitantes. Sin estas cuestiones resueltas, además del transporte, el nuevo recinto no nacerá con buen pie.