La llegada a Palma desde cualquier punto de la Part Forana en horas punta se ha convertido en una verdadera odisea para los miles de ciudadanos que viajan a diario a la capital, donde tienen sus puestos de trabajo. El modelo urbanístico basado en la construcción horizontal ha provocado la movilidad de miles de ciudadanos, a quienes no les queda otro remedio que coger el vehículo cada día en su vida cotidiana. El masivo uso del coche ha provocado un auténtico colapso de las vías de acceso a Palma y todos los poderes públicos lo saben.

Es urgente emprender medidas para descongestionar la vía de cintura y favorecer una fluidez de tráfico que ahora no existe. El convenio de carreteras que próximamente firmarán el Gobierno central y los consells fija una partida muy importante para mejorar los accesos a Palma y sería deseable que los partidos no entraran en estériles debates políticos acerca de cuál es la mejor solución para atajar un problema que afecta claramente a la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Conviene, por tanto, que el convenio se firme cuanto antes para que las soluciones lleguen lo más pronto posible. Será el estudio de movilidad el que determine cuál es la mejora opción para acabar con los atascos diarios en las entradas y salidas de la capital. Si el estudio concluye que la mejor opción es el segundo cinturón, que se haga. Es cierto que Mallorca es un territorio frágil que necesita soluciones pensadas y diseñadas con bisturí. Por ello es importante que la infraestructura se diseñe de la forma más sostenible posible. Lo que no puede ser es que la oposición sistemática a la mejora de las insfraestructuras de las Islas acabe impidiendo la construcción de una vía que permita descongestionar el tráfico de Palma de una vez por todas.