Andratx ha vivido durante las últimas horas una situación similar a los episodios de Marbella. La detención de Eugenio Hidalgo, alcalde de la localidad, la intervención de las cuentas del Ayuntamiento, la imputación de un celador municipal y la de otros funcionarios ha provocado una lógica conmoción en el municipio mallorquín. Y es lógico. Se trata de un episodio lamentable que crea una mala imagen de Mallorca, de sus políticos, y que perjudica a todos los partidos por igual, aunque especialmente al PP. En Andratx era un secreto a voces la manera de actuar de Hidalgo, que hace escasamente unas semanas atribuía a una campaña de UM y del Grupo Serra las distintas denuncias judiciales que le afectaban a él. El tiempo ha demostrado que las sospechas eran más que solventes y el alcalde abandonó ayer el Ayuntamiento de Andratx esposado, en unas imágenes que han dado la vuelta a España.

El PP se equivocó gravemente al anunciar que Hidalgo sería el candidato en 2007, sobre todo porque hubiese sido más razonable y prudente esperar a que se solventasen las causas judiciales contra el ya ex alcalde de Andratx. La socialista Francina Armengol ha asegurado que la detención de Hidalgo es sólo la «punta del iceberg». Y puede tener razón. También ha sido detenido un director general del Govern -Jaume Massot- que trabajó con Hidalgo en Andratx. Sorprende, sin embargo, el silencio de Margalida Moner, que durante años fue la alcaldesa del municipio mientras Hidalgo hacía y deshacía en política urbanística. Moner calla, pero debería explicar cuál fue su papel en estos años. Y Matas pide perdón por lo ocurrido en Andratx, pero el president olvida que él y su partido hubiesen podido impedir que Hidalgo tuviese tanto poder en Andratx. Ahora ya no hay tiempo para rectificar.