Cuando están a punto de cumplirse los 100 días de Francesc Antich como president del Govern han comenzado a dispararse las primeras alarmas, los primeros síntomas que revelan una situación de esclerosis en la gestión de la Comunitat Autònoma que todavía resulta difícil de discernir si es atribuible a una falta de valentía en la toma de decisiones o, en realidad, se trata de una ausencia de proyectos.

El equipo formado por Antich no puede ser tildado de inexperto, la mayoría de sus integrantes conoce bien la Administración desde cargos de gestión, razón por la que no pueden buscarse excusas para justificar este enpantanamiento en la que se encuentra Balears desde la llegada al poder de la coalición de centroizquierda. A pesar de los anuncios respecto a una transición tranquila, lo cierto es que, desde el primer momento, las decisiones más llamativas han correspondido a la paralización de iniciativas del anterior Govern conservador y erráticas y confusas propuestas que contradicen sus mismos principios programáticos.

Los ejemplos, por desgracia, abundan. Subvenciones para los libros de texto que han decepcionado a muchos padres, la frenética búsqueda de alternativas a Son Espases cuandó está a punto de expirar el plazo para la decisión final, patéticos anuncios de que «seguramente» en las próximas semanas el Govern estará en condiciones de remitir algún proyecto de importancia al Parlament..., son elementos que invitan a la preocupación por el cariz que está tomando la Administración autonómica.

El president Antich debe asumir la responsabilidad de poner en marcha la maquinaria del Govern, hacer realidad, con ilusión y valentía, su compromiso político con Balears.