a presidenta del Consell de Mallorca, Francina Armengol, no ha desaprovechado la celebración de sus primeros cien días al frente de la institución para destacar sus logros, las primeras decisiones que, según los politólogos, marcan la orientación de su gestión en los próximos cuatro años.

Es indudable que la presidencia de Armengol supone un cambio de estilo respecto a las tres legislaturas anteriores en las que al frente del Consell mallorquín estuvo Maria Antònia Munar, de Unió Mallorquina. Sin embargo, al ocupar ahora el PSOE las presidencias de las instituciones más representativas de Balears, con la única excepción del Parlament, el papel del Consell de Mallorca pierde algo de protagonismo político. De sus actuales responsables, en una tarea en la que deben colaborar todos los partidos que integran su gobierno, depende el poder encontrar su propio espacio y prestigiarlo.

En el haber de Francina Armengol figuran la creación de la Assemblea de Batles y el convenio de carreteras firmado con el Ministerio de Fomento, herramientas, ambas, que pueden ser de una gran potencialidad de cara a los futuros ejercicios del Consell. Por el contrario, en estos primeros meses ya han tomado algunas decisiones que acabarán repercutiendo de un modo negativo en los bolsillos de los ciudadanos, además de algunos conflictos competenciales -en turismo y agricultura- que vuelven a poner en el centro del debate el papel que deben jugar los consells frente al Govern autonómico.

Pero cien días es un tiempo insuficiente para juzgar el futuro del Consell de Mallorca. La etapa que ahora comienza es, sin lugar a dudas, una oportunidad única para encontrar una definición de su papel institucional; todo un reto para su presidenta.