La candidatura olímpica de Madrid 2016 ha decidido prescindir de Palma como subsede de vela e inclinarse por la opción de Valencia. La decisión ha supuesto un mazazo para los intereses de Ciutat y ha crispado a los responsables deportivos de Cort y del propio Govern, que durante las últimas horas han deslizado todo tipo de sospechas y han dejado entrever que la decisión ha sido tomada en base a criterios políticos y no técnicos.

A nadie se le escapa que la sintonía entre Madrid y Valencia, ambas ciudades gobernadas por el Partido Popular, es una de las razones que pueden haber pesado para que se haya optado por abandonar Palma como subsede de las eventuales competiciones olímpicas en 2016, después de rechazarse la organización de los Juegos del 2012. Hasta ahora, Madrid había incluido la capital balear como una de las bazas más importantes de su candidatura; de hecho todos los expertos han reconocido que la bahía palmesana es uno de los mejores campos de regatas del mundo. Como fórmula de compensación, ahora se ofrece la participación en las competiciones del fútbol olímpico, las cuales apenas tienen interés deportivo.

Con independencia de las presumibles razones políticas, resulta indudable que las fuertes inversiones realizadas en la fachada marítima de Valencia con motivo de la organización de la Copa América han supuesto un duro golpe a las opciones de Palma, cuyo proyecto en el Moll Vell implicaba una fuerte inversión. Son estas razones técnicas las que, en el último momento, pueden haber descabalgado Palma de la candidatura olímpica.

Lo ocurrido es un golpe a la posibilidad de incluir Balears en el circuito de las grandes competiciones de ámbito intercontinental, en este caso en la disciplina de vela, una circunstancia sobre la que cabe esperar una reacción por parte del Ajuntament de Palma, primer perjudicado, y del Govern, que ve como se escapa una oportunidad única para la promoción deportiva y turística de las Islas.