Una vez más, y van doce en dos años, Balears se convierte en destino "esta vez casual" de una patera con inmigrantes ilegales a bordo. Era un grupo de diez, presumiblemente argelinos, cuyo destino inicial era Almería, pero que fueron desviados a Cabrera por el temporal. Desde Delegación de Gobierno se insiste en que nuestras Islas no forman parte de ninguna ruta de inmigración ilegal, pero lo cierto es que una y otra vez "por fortuna, sin graves consecuencias" la policía se ve en la situación de solucionar el problema.

Gracias a una callada labor diplomática, Argelia ha dejado de ser un punto rojo en las tramas de inmigración, pero por desgracia sigue habiendo intentonas que "a tenor de lo que ocurre constantemente en las Islas Canarias" podrían convertirse en tremendos dramas humanos.

Y en este punto hay que retornar al origen, a la verdadera génesis del problema. Àfrica. Ese continente que se desangra día tras día y que hoy, en un mundo globlamente inmerso en una crisis económica y financiera sin precedentes, ha quedado desesperadamente olvidado.

La actualidad nos devuelve imágenes escalofriantes de la realidad cotidiana en muchas regiones africanas, donde la vida no vale nada. No nos extrañe que todo el que se sienta valiente y luchador intente salir de allí para buscar una vida digna en Europa que le permita no sólo salir adelante a él individualmente, sino que proporcione cierto grado de bienestar a la familia que se queda en el país de origen.

Repatriar a estas personas de forma fulminante es la solución rápida y lógica por tratarse de una operación ilegal, pero seamos conscientes de que así jamás solucionaremos el problema.