El PP balear celebró ayer su congreso insular de Mallorca donde se evidenció la división interna que existe en la formación popular. Como la propia Rosa Estaràs reconoció en la clausura, el PP balear vive el peor momento de la historia, alejada de las principales instituciones y con casos de corrupción que han deteriorado la imagen de la formación conservadora. El resultado del congreso no invita precisamente al optimismo. Con apenas 17 votos de diferencia, Joan Rotger se convirtió en el nuevo presidente de la junta insular del PP Mallorca en un congreso donde se repitieron los reproches y las críticas a la dirección. Es evidente que Rosa Estaràs no tiene un camino de rosas, pero lo más sorprendente es que sea gente de su propio partido la que se encargue de desautorizarla como presidenta del PP balear. No tiene mucho sentido que cuatro meses después de resultar elegida presidenta se alcen voces pidiendo un congreso extraordinario. Conviene recordar la forma en la que Estaràs se hizo con el mando del PP. Matas dimitió y abandonó Balears rumbo a Washington. Estaràs se vio obligada a asumir el poder en una situación precaria, con un liderazgo frágil desde un principio, ya que no fue elegida por el congreso. Desde el primer día Estaràs ha sabido aguantar con entereza todo tipo de problemas internos y ha dado la cara con los casos de corrupción protagonizados por dirigentes de su partido.

Mientras Matas sigue en Washington, a miles de kilometros de Palma, Estaràs ha sido la encargada de dirigir el rumbo de un partido con muchos problemas. Pero es evidente que algunos dirigentes populares quieren aprovechar el peor momento de la historia del PP balear para sacar un provecho personal a costa de deteriorar la imagen y el liderazgo de Rosa Estaràs.