Desterrado de la mayoría de las ciudades por razones economicistas -había que vender coches y potenciar el transporte privado con el boom de los 60-, el tranvía ha sido recuperado con éxito en lugares que presumen de excelente nivel de vida: Bilbao, Barcelona, Vitoria o Valencia, entre otros. Ahora se plantea el proyecto de devolver este medio de transporte público no contaminante y fiable a Palma, de donde desapareció hace medio siglo.

A nadie se le escapa que circular por Palma -y aparcar, no digamos- es casi una odisea. La tasa de coches per cápita en Ciutat roza la locura y hay que plantearse alternativas a la actual, donde predomina el automóvil privado ocupado únicamente por una persona. La red de autobuses ha mejorado, qué duda cabe, pero aún resulta insuficiente.

Por eso el tranvía puede ser una solución, aunque a medio plazo y con algunos inconvenientes derivados del actual modelo de transporte en Ciutat. Varias de nuestras principales vías de comunicación -el Passeig Marítim, las Avingudes...- presentan una densidad de tráfico elevadísimas. Eliminar carriles para instalar el tranvía levantará protestas de ciudadanos y de comerciantes.

A priori muchísimos palmesanos están a favor del tranvía pero sería una irresponsabilidad no sopesar los problemas que el trazado planteará en distintas zonas de Palma. No será facil ir solventando las dificultades en cada tramo, para buscar alternativas a la circulación de vehículos. Pretender que desaparezcan los automóviles es una utopía. Por lo tanto es imprescindible que en el período de alegaciones se escuchen las opiniones de la ciudadanía para buscar una solución que beneficie a todos. Afortunadamente, el Ajuntament ha renunciado a destinar toda una calzada de las Avenidas al tranvía y mantener dos carriles, en sentido al mar, para vehículos privados, taxis y autobuses. La pregunta es si será posible absorber todo el tráfico actual.