Parece mentira que un país tan rico y con un crecimiento envidiable como el de Panamá tenga un centro penitenciario como La Joya. Tiene una capacidad para unos 2.000 presos pero ya sobrepasa los 4.000. Hay internos por los suelos del gimnasio, por los suelos de las habitaciones, por los suelos del lavabo... que intentan conciliar el sueño en unas condiciones infrahumanas. Allí está el ibicenco Juan José Marí Cabrales, le pillaron con una gran cantidad de droga en su embarcación. Algunos diréis que se lo tienen merecido, probablemente sí se merece la condena impuesta, pero no las condiciones en que tiene que cumplirla. Y ya no sólo por Juan José: en La Joya hay miles de presos que tienen que vivir sin agua potable, con una asistencia sanitaria pésima y sin ningún tipo de intimidad ya que conviven unos pegados a otros. ¿Cómo se entiende que un país rico como Panamá, donde muchos españoles han ido a buscar fortuna no pueda mejorar ni aunque sea un poquito las condiciones de este penitenciario que ya ha sido protagonista de varios reportajes televisivos? Yo la única respuesta que veo es una: corrupción.

Espero que en España no lleguemos a estos extremos, si es que no hemos llegado ya. El otro día hablaba con un amigo consultor que se dedica al turismo y que por sus negocios conoce muy bien Sudamérica. Me quedé helada cuando me dijo que España ya había llegado a los niveles de corrupción de Argentina, que hacer negocios allí era muy difícil y desesperante. Así que no penséis que estamos tan lejos de Sudamérica o Centroamérica en niveles de corrupción, no vaya ser que algún día nos despertemos y ya no podamos volver atrás. Yo soy optimista y quiero pensar que aún estamos a tiempo de retroceder y tomar como ejemplo Dinamarca y no Panamá.