Mateo Reche. Ciudadanos Ibiza

El ludismo fue un movimiento surgido en la Inglaterra del siglo XIX como reacción a la industrialización. Propugnaban el rechazo hacia las máquinas y la tecnología, pues pensaban que les dejarían sin empleo. Sus actividades menos dañinas consistían en sabotear las fábricas y hacer pintadas con eslóganes como ‘machines are not welcome’ o ‘technology kills the city’. Conociendo que en Ibiza el turismo es nuestra principal industria, podría derivarse que Prou! son nuestros luditas.

Los luditas de nuestro tiempo no solo se oponen a la industria, son también contrarios a los medios de transporte de tracción no animal, a los hospedajes provistos de comodidades superiores a las que ofrecía la Posada del Potro, y a toda música que no emane de flauta o castañuela.

Suelen ser igualmente enemigos de las vacunas y firmes defensores de los poderes curativos de la homeopatía; aunque sobre este extremo Prou! aún no se ha manifestado.
La nostalgia del medievo es fuerte en sus corazones, pero no tanto como para renunciar a las magníficas prestaciones que ofrece el nuevo iPhone X.

Fui uno de los cándidos ibicencos que, preocupado por el medio ambiente e irritado por la permisividad de nuestros políticos con algunas conductas poco cívicas, celebró la aparición de Prou! y aplaudió sus acciones de denuncia.

Recientemente, con la intención de “retratar” a los partidos políticos ante las próximas elecciones, propusieron un pacto de sostenibilidad que ha servido, más bien, para retratarse ellos. Se destapan sin pudor como un grupo contrario al turismo y al progreso.

Dejando a un lado si las propuestas de Prou! perjudican más o menos al turismo, llama la atención su vocación de suplantar a las instituciones democráticas.

Presentan un compendio normativo, convocan a los partidos, celebran asambleas, moderan los debates, negocian las leyes,... y todo esto sin necesidad de presentarse a elecciones.
Prou! se lo guisa y nosotros nos lo comemos.

Constituidos en un nuevo órgano legislativo insular, asumen las tareas de Partidos, Consell y Ayuntamientos; y aunque esta usurpación de funciones podría suponer un ahorro en burocracia, lo cierto es que también implica una pérdida de garantías democráticas.
Esta plataforma cree que los partidos políticos son incapaces, que las instituciones son estériles, y que los ciudadanos necesitamos de alguien que oriente nuestro voto y que nos ayude a atarnos los cordones de los zapatos.

Es de esperar que Prou! no tenga mucho recorrido; los ibicencos son conscientes de que el turismo convirtió Ibiza en el lugar más libre y cosmopolita de España, además de proporcionarles empleo, prosperidad y calidad de vida.

Asimismo conviene recordar que la turismofobia es una forma de xenofobia. Los argumentos contra turistas e inmigrantes son los mismos: masificación, falta de integración, incivismo, colapso de la sanidad pública, ausencia de respeto a las costumbres locales,...

Nacionalismo y xenofobia suelen ir de la mano. Así sucede con grupos turismofobos como Arran, Endavant o Ernai; y no sería de extrañar que, tras un previsible fracaso del pacto, Prou! cayera en la tentación de reorientar su actividad hacia el nacionalismo. Un campo con mucho rendimiento económico para quien lo cultiva, pero que contamina la tierra y envenena la convivencia.