Ojalá el Eivissa Medieval no hubiera acabado. Ojalá estuviera todo el año. No por el evento en sí, que ni fu ni fa, sino porque durante los cuatro días que el medievo se instaló en Dalt Vila, yo pude aparcar mi coche sin ningún problema en La Marina. Aplaudo el control de accesos que se hizo a la zona, sí señor. Una pena que solo fuera durante estos días y que el suplicio de buscar un sitio donde dejar el vehículo haya vuelto. El dar vueltas y vueltas y más vueltas para aparcar ya no solo en este barrio sino en todo el centro de Vila e incluso en los aparcamientos disuasorios más entrada la temporada, no es algo nuevo. Ibiza tiene un serio problema. Demasiados coches y poco espacio donde dejarlos. Estamos en mayo, los vehículos se han multiplicado como por arte de magia y la capital de la isla es un caos. ¡Miedo me da el verano! La dificultad para encontrar un sitio libre es tal que he llegado a rechazar ‘planazos’ si eso supone que una vez aparcada hay que desplazarse en coche al lugar del evento. Entonces no me muevo de casa. Aunque...podría ir en bus. ¡Con la de horarios y facilidades que ofrece el transporte público! (modo ironía on) Vamos, que si quieres disfrutar de la isla -seas vecino o turista- necesitas coche. Y de momento, no existen vehículos que puedas plegar y meterte al bolsillo cuando llegas al destino. Pero bueno, estemos tranquilos, que gobierne quien gobierne, en cuestión de cuatro años, vamos a tener miles de plazas de aparcamiento nuevas y el problema seguro que se soluciona. ¡Ay!, bendito medievo...