No podemos cansarnos de repetir tantas veces como sea necesario que uno de los grandes problemas que sufrimos en nuestras islas es el transporte público terrestre. La mayoría de ciudadanos sufrimos durante buena parte del año los colapsos que se montan en nuestra red viaria, especialmente durante la temporada estival. Hay dos circunstancias que provocan esa situación de conflicto: el gran número de vehículos particulares que circulan por nuestras carreteras y el deficiente servicio de transporte público del que disponemos. La consecuencia directa de esta saturación de vehículos es el daño medioambiental que la misma provoca y que cada día es más evidente. Por lo tanto reducir la cantidad de coches particulares circulando es una urgente necesidad.

Son muchas las medidas que se deberían tomar por parte de las administraciones competentes para poder avanzar en la resolución de la problemática. Y hace unos días se conoció una de las propuestas que salen de la conselleria de Movilidad y Vivienda del Govern Balear, en manos del menorquín Marc Pons. La citada propuesta es la bonificación del transporte público a aquellos que den de baja su vehículo particular. Sinceramente, parece uno de esos inventos que se anuncian a bombo y platillo, pero que de antemano se sabe que está abocado al fracaso, sobre todo en estos momentos. Y es así básicamente por dos motivos: el primero es que alguien acostumbrado a utilizar su vehículo particular en su vida diaria no dejará de utilizarlo si con la opción alternativa que se le ofrece para moverse en su día a día no obtiene un resultado igual o parecido al que tiene desplazándose con su coche. El segundo motivo es que una vez más desde el Govern y desde la Conselleria de Mobilitat se están olvidando que deberían gestionar con la vista puesta en los ciudadanos de todas las islas, no solo pensando en Mallorca.

El transporte público terrestre en nuestras islas sigue siendo deficiente y en el mismo hay muchísimo margen de mejora. Por ello, lo más lógico seria que, para que la propuesta fuese viable, primero habría que tener un servicio público impecable, cosa que esta muy lejos de la realidad. En las actuales circunstancias y con la oferta de transporte público terrestre existente resulta absurdo pretender que el coche particular se cambie por el bus. Hay mucho que mejorar en líneas, en frecuencias, en cumplimientos horarios, en comodidad, en accesibilidad... todo ello antes de poder ni tan siquiera imaginar que en las Pitiusas el transporte público pueda ser una alternativa real al coche particular.

Reseñar también que la propuesta tal como se ha anunciado bonificaría el uso del tren, del metro, o del bus gestionado por el Govern (actualmente no se incluye en la propuesta la EMT de Palma). Y casualmente, ¿dónde se pueden utilizar esos tres sistemas de transporte terrestre? Pues única y exclusivamente en Mallorca, la única de las cuatro islas que sigue sin tener las competencias de transporte terrestre ya que de esta forma es el Govern balear quien las gestiona, invirtiendo en esa isla decenas de millones de euros cada año.

En Eivissa y Formentera no hay tren, no hay metro y los consells insulars tienen transferidas las competencias en transporte por carretera. Osea que la brillante idea ni tan siquiera nos afectaría. No estaría de más que desde la conselleria de Movilidad en Palma empezaran por recordar la ridícula cantidad que cada año llega a nuestras islas desde los presupuestos de la comunidad autónoma y empezaran por encontrar la formula que permita que esa asignación sea la necesaria para poder afrontar todas aquellas mejoras que son tan necesarias en nuestro transporte público terrestre; que mal que les pese, también somos Baleares.

A partir de aquí, y con un servicio público de transporte terrestre realmente ejemplar, será cuando se podrá empezar a pensar en ideas como la que aquí se ha expuesto. Con una sólida cimentación, es mas fácil y seguro levantar cualquier cosa o propuesta. Empiecen por abajo, no por el tejado.