Es difícil encontrar, en lo que llevamos de posfranquismo, un caso de acoso tan tremendo y continuado como el que están sufriendo Pablo Iglesias e Irene Montero, que no sólo es referible al tumulto machacón y vocinglero que montan el par de docenas de energúmenos que acampan a las puertas de su casa, sino también a la abrumadora cantidad de noticias falsas creadas ex profeso para arruinar la credibilidad personal y política de ambos. ¿Por qué tanta saña? Y otra pregunta: ¿Por qué no hace nada al respecto el ministro Grande-Marlaska?

En realidad, las razones son pocas y diáfanas. Lo que en verdad molesta a la derecha, toda ella franquista, es que haya sido posible formar un gobierno de coalición con la incorporación de comunistas y demás especímenes demoníacos, que con la irrupción de Unidas Podemos se vea comprometido el bipartidismo y, lo que es peor, que no puedan condicionar ni presionar a tal organización por cuanto no le debe nada a nadie. Unidas Podemos es un electrón libre, una mosca cojonera, un enjambre de mosquitos impertinentes dispuestos a picar a la más mínima. Los ataques a Iglesias, Montero y, en suma, a todo lo que huela a UP, no son más que intentos para desestabilizar y, a ser posible, acabar con el actual gobierno “ecoanarcofemicomunistabolivariano”, como le gusta decir a la derecha patria a mayor gloria del ridículo internacional que está haciendo. Es muy lamentable que nuestros pobres derechosos no salgan del Dios, Patria y Rey, aunque esté último se nos haya ido de naja con las alforjas llenas.