No existe una sola inteligencia, sino que hay una diversidad de ellas, necesarias para el desarrollo humano. | Pixabay

El sistema educativo no define en su totalidad la inteligencia del alumnado, la capacidad académica no es un factor único para determinar el intelecto de una persona. Se entiende por inteligencia la capacidad de aprender y adquirir conocimientos, pensar y razonar o tomar buenas decisiones entre otras muchas cosas.

El psicólogo Howard Gardner ideó una premisa muy interesante sobre este tema denominada «La teoría de las inteligencias múltiples». En ella se expone que no existe una sola inteligencia, sino que hay una diversidad de ellas, necesarias para el desarrollo humano. Así él y sus colaboradores identificaron 8 tipos.

La inteligencia lógica-matemática: se consideró la inteligencia pura y se valoraba a las personas a través de ella, es la que determina en gran medida el cociente intelectual. Dota de conocimiento lógico (razonamiento) y la resolución de problemas matemáticos. Es la que se suele evaluar en el sistema educativo.

La inteligencia lingüística: es la capacidad de dominar el lenguaje (facilidad para los idiomas) y la comunicación tanto a nivel verbal como no verbal. Suelen tenerla periodistas, poetas, escritores, también los políticos. Se puede trabajar con niños escribiendo su diario, con mucha lectura, escribiendo letras de canciones, traduciendo canciones de otros idiomas, etc.

La inteligencia corporal: la capacidad del dominio de habilidades motrices, manejo de herramientas, habilidades deportivas. Es la que tienen los profesionales de la cirugía, la escultora, el deporte, el baile, etc. Se puede trabajar con el juego holístico, con la manipulación, puzles, etc.

La inteligencia musical: la música es en elemento intrínseco en todas las culturas, la composición o la interpretación. Vinculada también a las emociones como procesos de expresión. La educación musical se puede trabajar desde pequeños a través de la escucha y la aproximación a los instrumentos.

La inteligencia interpersonal: la capacidad de empatizar con los demás, de percibir a través de gestos, actitudes, etc. el sentimiento de otras personas. Es la que tienen profesionales de la interpretación, la educación, la terapia, abogacía, dependientes, etc. Se puede trabajar hablándoles de los sentimientos, dar importancia a los gestos, etc.

La inteligencia naturalista: la capacidad de relacionarse e interpretar el entorno, saber extraer beneficio de la naturaleza. Es la que tienen profesionales de la agricultura, la veterinaria, el alpinismo, la meteorología, etc. Se puede trabajar con el contacto con la naturaleza, con los alimentos, etc.

La inteligencia intrapersonal: la capacidad y la gestión emocional de uno mismo, es una inteligencia interna, que nos ayuda a conocernos mejor, a entender las cosas que nos pasan. La tienen los lideres naturales, los consejeros, etc. Se puede trabajar con el mindfulness, la meditación, la reflexión, etc.

La inteligencia espacial: es la capacidad de entender y gestionar los espacios, la orientación, son personas con potencial para proyectar. Los profesionales de la arquitectura, el diseño, el urbanismo, etc. cuentan con ella. Se puede trabajar con juegos de construcción, actividad física, la creatividad, etc.

Identificar cual o cuales de ellas surgen de manera natural en los hijos y potenciarlas es una manera de incentivar los aprendizajes de forma positiva.

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