Vista de Sa Penya. | Daniel Espinosa

El cada día más degradado barrio de sa Penya sigue, sin embargo, siendo toda una joya digna de visitar. A mi padre, que murió en 2003, le encantaba perderse por aquellas callejuelas, cargado con su caballete, sus papeles y sus pinceles, para plasmar en acuarela la belleza que a otros nos resultaba imposible percibir. Quien también tenía un amor especial por sa Penya era Carlos Tur, un periodista que, además de ser uno de mis mejores amigos, se dejó la piel por conseguir que esta ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. Una declaración que, por sorprendente que pueda resultar, incluye también al barrio de sa Penya.

Carlos Tur fue una de las personas responsables de la elaboración y gestión de la candidatura. De ahí que a quienes le conocimos nos resulte especialmente molesto ver cómo el barrio ha seguido degradándose ante la pasividad de un Ayuntamiento que, más que tirar la toalla, parece preferir mirar hacia otro lado. Tienen razón cuando se escudan en el incivismo de parte de los residentes en esta zona de la ciudad, pero la realidad es que el PSOE ha gobernado en Vila casi 20 años desde 1999 y alguna responsabilidad debería asumir en esta situación.

Por otro lado, me parece una terrible falta de respeto hacia mi amigo que le hayan dedicado en sa Penya una calle que, además de estar llena de mierda, ni siquiera tiene correctamente escrito su nombre. Carlos era 100% ibicenco y amaba esta isla, su cultura y su lengua mucho más que cualquiera de los que calientan la silla en can Botino en estos momentos. Pero no tenía complejos y mucho menos era catalanista. Así que siempre se presentó como Carlos y nunca como Carles. Lo mínimo que podrían hacer, ya que no saben hacer mucho más, es respetar algo tan personal como su nombre.