Una ciudad libre. | Archivo

De entre todas las ideas que expuso el viernes el candidato del PP a la alcaldía de Ibiza, Rafa Triguero, al ser presentado de forma oficial, una me llamó especialmente la atención. Triguero habló de volver a convertir Vila en «una ciudad libre». Y tiene razón. La capital de la isla lleva presa de la mediocridad desde 2015. Y nada gusta más a los mediocres que las normas y los corsés. Sobre todo cuando de ellos depende forzar a los demás a que las cumplan.

Vila tiene que volver a ser, efectivamente, una ciudad libre. Una ciudad libre de aburridos, libre de soberbios y, sobre todo, libre de personajes que, en realidad, no tienen ningún proyecto para el municipio. Si convertir Ibiza en una ciudad gris, como lo han hecho, es un proyecto, no lo necesitamos. Si el proyecto de la izquierda es Isidor Macabich o el destrozo de Vara de Rey, no lo queremos. Si el proyecto del PSOE y Unidas Podemos es el coñazo de los festivales de jazz como única muestra musical, tampoco. Si el futuro de Vila es una Policía Local quemada y descontenta o una promoción turística sin pies ni cabeza, no nos interesa. Si este futuro pasa por descuidar el Patrimonio de la Humanidad, dejar que cucarachas y ratas campen a sus anchas o contratar a quienes tienen como único mérito el carnet del partido, es evidente que no nos hace falta.

Triguero, por otro lado, ha generado en su primer acto oficial como candidato ilusión. Y esto es algo que no se veía en la ciudad desde hace muchos años. Lo hizo sin necesidad de referirse en ningún momento a su principal adversario. Le bastó con repasar los problemas del municipio y cuáles son, en su opinión, las soluciones. Un gesto poco habitual en la política. ¿Hay partido? Desde luego.