La Bota es uno de los bajos más temidos de Baleares. Cuando la mar está calma, es imposible divisarlo a no ser que estés prácticamente encima. Y así ha pasado con el buque Malaspina, lo cual sazona las conversaciones de mucho lobo de mar con cierta coña fresca y marinera.

Que un buque hidrográfico que ha cumplido misiones a lo largo de 180.000 millas, encalle en una seca con vistas al Vedrá mientras explora el relieve submarino para mejorar la cartografía náutica, semeja algo surrealista. Pero ya marinos y literatos como Joseph Conrad escribieron que el Mare Nostrum es el mar más traicionero y también el más mágico.

Tal percance acrecienta la fama esotérica de es Vedrá. ¿Fallaron los sistemas de sonar, como los aparatos eléctricos de tantos aviones cuando sobrevuelan el mítico islote? Es un área donde suceden fenómenos inexplicables y se cuentan numerosos avistamientos de ovnis. La Armada investiga las causas de suceso tan extraordinario pero, mientras tanto, todo queda al albur de las cábalas de la fantasía que rodean a un islote legendario, acumulador de energía y puerta dimensional.

El buque varado tiene su nombre por Alejandro Malaspina, inmenso marino de la Armada y responsable de una fabulosa expedición exploradora y científica (1789-1794) por la costa de un imperio español donde no se ponía el Sol. Generó la mayor acumulación de material científico de la época de la Ilustración, pero la convulsa situación política provocó que fuera, en palabras de Humboldt: «Más famoso por sus infortunios que por sus descubrimientos». ¿Pondrán alguna vez una baliza en la Bota?