César lo que es del César. Y en este caso debo reconocer que el inicio de esta pequeña reflexión comienza con la lectura del magnífico artículo de David Ventura en Diario de Ibiza sobre un grupo de saharauis que pueblan un pequeño campamento en una zona boscosa de Sant Jordi. En él detallaba, con una mezcla información, reflexión e ironía, la realidad de los casi sesenta habitantes y cómo, a pesar de tener en la mayoría de los casos trabajo, no pueden alquilar una vivienda y tienen que resistir en tiendas de campaña y casas prefabricadas con maderas sin las condiciones mínimas para poder cocinar o ducharse decentemente.
La historia me impactó tanto que contacté con David para que me indicara donde estaban y poder contarla en el programa Más de Uno Ibiza y Formentera de Onda Cero. Tras darme las indicaciones exactas me confirmó que eran gente muy educada y que no tuvo problemas en hablar con ellos, y a mí me pasó lo mismo a pesar de llegar a las 08.30 horas de la mañana, sin avisar, y despertando a algunos de ellos que apenas llevaban dos horas y media descansando sobre un humilde colchón tras haber regresado de su trabajo a las seis de la madrugada.
Poco a poco fueron saliendo de sus tiendas de campaña y se fueron acercando hacia el micrófono verde sin poner inconveniente en contar su historia, excepto por alguno que temía que pudiera venir la policía a echarlos del lugar. Fue una charla de casi una hora en la que me sentí muy bien tratado, fui agasajado con un pequeño vaso de té y donde comprendí, una vez más, la importancia de ser conscientes de lo afortunados que somos por haber nacido en esta parte del mundo.
Su historia, junto a la presentación de la memoria de Cáritas en 2022, también me ha servido para darme de bruces con la realidad de Ibiza y que muchas veces se intenta esconder para que no afecte a la gallina de los huevos de oro. Esa realidad dura y contundente que, como un directo a la mandíbula, te golpea cuando menos te lo esperas demostrándonos que por mucho que queramos vender nuestra isla como un paraíso, aún hay cosas que chirrían y nos demuestran que detrás de tanto pan de oro también hay escayola que corre el riesgo de caerse para siempre. Porque nos guste o no, la realidad de estos saharauis, la de las más de 2.500 personas atendidas por Cáritas y que suponen el 24% más que antes de la pandemia o la de los muchos que malviven en coches, caravanas o simplemente sin poder poner la calefacción o la luz por las noches, convive diariamente con la realidad de los yates de lujo, de las tiendas de la Milla de Oro de Ibiza, la de los restaurantes donde cada menú se paga a precios desorbitados o la de los coches enormes cuya rueda cuesta casi lo que el sueldo de un mes para muchos mortales.
No soy político y entiendo que la solución es muy complicada. Desconozco si se pueden poner en marcha medidas para paliar estas enormes diferencias en un lugar tan pequeño como Ibiza si no se ponen a nivel global donde las diferencias entre continentes o países siguen siendo tan brutales. Entiendo que lo fácil es subir los hombros, agachar la cabeza y seguir con nuestras vidas pensando aquello de suficiente tengo yo como para… y que no podemos acoger a cada una de estas personas en nuestras casas y que a muchos les habrán inoculado el virus del miedo al desconocido o al diferente. Seguramente me mueva la utopía de seguir creyendo en que otro mundo es posible, donde las desigualdades sean menores, aunque también soy consciente de que posiblemente no llegaré a verlo porque hay demasiados intereses en juego.
Afortunadamente, me queda mi derecho al pataleo, a la queja y al refunfuño y esta humilde columna de opinión. Y aunque soy consciente que solo soy un humilde barruguet de secano que se dedica a juntar letras o hablar por la radio con más o menos sentido o gracia, ojalá esta pequeña reflexión que comenzó con un maravilloso artículo de David Ventura nos haga darnos cuenta que no es oro todo lo que reluce en Ibiza. Y que sí, que detrás de tanto lujo, también hay muchas cosas que chirrían. Y que nos guste o no, el día en que los protagonistas de esa realidad que en muchos casos nos negamos a aceptar ya no estén, el resto dejaremos de vivir como hasta ahora y llegarán los momentos de las lamentaciones.