E l resultado final de la pasada jornada electoral del 28 de mayo en Formentera, ha sido exactamente igual de drástico y contundente que el de Eivissa. El indiscutible giro a la derecha decidido por los votantes de la pitiusa menor ha sido tremendamente doloroso para GxF y el PSOE, partidos que bien en solitario, bien pactando, han estado al frente de la institución insular desde la constitución de un Consell propio para la isla. Desde la misma noche en la que se conoció el resultado del escrutinio de la totalidad de los votos, así como en los días posteriores, cada partido ha venido manteniendo su versión sobre cuál ha sido el motivo que ha acabado con el mencionado vuelco electoral. Por parte de los partidos integrantes del ahora liquidado gobierno insular, no se ha producido en ningún momento el menor ejercicio de autocrítica en cuanto a su gestión; mientras que por parte de la hasta ahora oposición se mantiene que se ha venido haciendo una magnifica oposición. El análisis un poco más concienzudo de lo ocurrido en la isla estas últimas legislaturas, seguramente da pie a razonamientos muy distintos a los ofrecidos por ambas partes, tanto vencedores como vencidos. Si nos centramos en las dos legislaturas

más recientes, las de 2015-2019 y 2019-2023, parece claro que contrariamente a lo que se defiende y afirma por parte de Sa Unió, en ninguna de las dos legislaturas este partido ha destacado por su contundente labor de oposición, ya que la misma ha venido siendo más bien bastante floja. Partiendo de esta base, el resultado del 28 de mayo no es tanto un premio a esa labor de oposición, como de un voto de castigo a la gestión desarrollada por los partidos gobernantes. No es tanto mérito de Sa Unió, como demérito de GxF y PSOE. Cuando lo que acaba destacando en la forma de hacer política, son rasgos evidentes de soberbia y prepotencia, la situación acaba cansando a la sociedad insular. Ni Gxf, ni PSOE, supieron interpretar el mensaje que los votantes les hicieron llegar en 2019. Una parte de los votantes del partido insularista, descontentos con la gestión de estos durante los cuatro años anteriores, decidió traspasar su voto al PSOE como clara señal de aviso. Pero ni GxF que había gobernado en solitario y con mayoría absoluta, ni el PSOE, nuevo y necesario socio de gobierno durante estos recientes cuatro años, supieron captar el aviso. La sensación que se respiraba en la isla recientemente, ya era de hartazgo con lo que se estaba viviendo. No se estaban esforzando nada los partidos integrantes del gobierno en demostrar que en la isla había un sólido gobierno de pacto.

Contrariamente, parecían empeñados en escenificar su rivalidad política en el seno de su propio gobierno de coalición. En GxF instalados en su poltrona de cierta prepotencia y en el PSOE incapaces de reaccionar ante los constantes gestos de desprecio escenificados por sus propios socios en el ejecutivo insular. Si grave era la altanería demostrada por GxF, más grave resultaba la incapacidad de los dirigentes socialistas para captar el pulso social y por tanto la voluntad de los votantes de la isla. Sirvan como ejemplo de ello las declaraciones hechas por la ahora presidenta en funciones Ana Juan, en el debate que tuvo lugar en la TEF durante la campaña electoral; quien ante una crítica sobre la gestión política del gobierno insular en materia de vivienda, expresada por mi parte en un artículo de opinión, dijo con un cierto tono de desprecio, que se trataba de una opinión particular de alguien que no conocía la realidad de la isla. Pues bien, muy poco dice a su favor, que siendo residente en Formentera y estando al frente del gobierno insular, haya sido incapaz de captar el sentimiento de rechazo y descontento que campaba a sus anchas entre los votantes insulares.

Se le olvidan a la defenestrada presidenta, los tiempos en los que siendo ella consellera en la oposición insular y ocupando por mi parte el cargo de conseller del Govern Balear, necesitaban de mis visitas a la isla para conseguir una mayor visualización mediática, ya que sus actuales socios les tenían apartados y ninguneados como miembros de la oposición. Evidentemente la soberbia acaba pasando factura y con ello se demuestra ineptitud para el cargo que se ocupa. La clarísima falta de comunicación entre los socios del gobierno insular, el insuficiente contacto con la calle de los dos partidos en el gobierno, la falta de reacción de los socialistas ante la burla pública de sus socios, quienes se han atrevido incluso a manifestarse en la calle en contra de sus propias decisiones, pretendiendo dejar a los socialistas como únicos responsables de casos tan graves como los chiringuitos de playa o s’Estany des Peix; son sin duda alguna parte de la lista de despropósitos que han provocado la cascada de votos a favor de la derecha en Formentera. Parece mentira que todavía no sepan que los problemas sin resolver y más si son mediáticos, siempre pesan más que los logros obtenidos.