Vicent Marí, alias ‘mayoría absoluta’.

El presidente del Consell d’Eivissa tomó posesión del cargo este viernes por la tarde en el salón de plenos de la institución, abarrotado de público. Es su primera reelección al frente del Consell y mucho me temo que, si él quiere, no será la única. En el Ajuntament de Santa Eulària gobernó durante 12 años, todos con mayoría absoluta. Algo así no es casualidad. Casualidad puede ser lo de Rafa Triguero en Vila, que ganó la alcaldía por mayoría absoluta, con 15 concejales, siendo la primera vez que se presentaba y sin que el 80 por ciento de los vecinos de la capital lo conozcan. Pero si logra revalidar dentro de cuatro años esa mayoría abrumadora, la hazaña ya no se podrá atribuir al azar, ni a lo mal que lo hayan hecho sus rivales políticos. Lo mismo se puede decir de Vicent Marí.
Tras cuatro años gobernando con el apoyo de un conseller de Ciudadanos, Javier Torres, que ahora es concejal en Sant Joan, en la oposición, lo cual no debe ser nada fácil cuando uno ha sido vicepresidente 2º del Consell d’Eivissa y desde aquí le mando un fuerte abrazo y mis condolencias, ahora gozará de un mandato sin ataduras, con un equipo de gobierno integrado únicamente por consellers del PP.

Mariano Juan seguirá siendo su mano derecha, el mejor valorado, el más eficiente, el único capaz de sacar adelante la reforma del Plan Territorial Insular (PTI) comprometida. Y aunque las presiones de Marga Prohens son intensas y es realmente difícil decirle que no a la futura presidenta del Govern de les Illes Balears, por ahora Mariano Juan seguirá como vicepresidente del Consell.

SUPERVIVIENTE

Vicent Marí ha logrado conjurar las maniobras sucias, rastreras y arrabaleras, urdidas por los socialistas ibicencos y por otros enemigos, poderosos, ricos y carentes de escrúpulos, dispuestos a cualquier cosa en tal de apartarle de la política. Hicieron lo único que podían hacer, que era irse a los juzgados con cualquier excusa, para que tuviera que dimitir o renunciar a la reelección. Pero el plan no les salió como ellos querían. Y no sólo eso, sino que se volvió en su contra. Y más que tiene que volvérseles, porque quien en política se comporta como un grupo de trileros combinado como una banda de butroneros, tarde o temprano debe acabar padeciendo en su propia carne aquello que ha tramado mezquinamente para otros.

Por fortuna, sus rivales son tan arrogantes y tan inútiles, que la ciudadanía ha visto lo que perseguían. Y de ahí el castigo infligido en las urnas el 28 de mayo pasado. Y de ahí que Marí vuelva a ser presidente en un segundo mandato que habrá de ser más contundente y más eficaz que el anterior, porque ya no hay excusas y los problemas a resolver son gigantescos.
Es una paradoja de la vida y de la política que ‘Disgustinet’ le entregase el viernes la vara de mando a Vicent Marí. Apuesto lo que quieran que será la última vez que lo haga.

Aunque los políticos que estos días han tomado o tomarán posesión de sus cargos en Ibiza y Formentera, también en el Parlament y en el futuro Govern balear, puedan acabar pensando que todo el monte es orégano y que les esperan cuatro años de plácido ejercicio del poder, nada más lejos de la realidad. Esas generosas mayorías absolutas, en realidad son toneladas de exigencia política de primer orden. Son legiones de ciudadanos y ciudadanas que en pocas semanas tocarán a la puerta del despacho para preguntar qué piensan hacer para arreglar su problema.
¿Qué hay del plus de insularidad de los funcionarios? ¿Qué hay del reglamento de Costas y de los chiringuitos? ¿Qué hay de los médicos y oncólogos de Can Misses? ¿Qué hay del agua? ¿Qué hay…? Y entonces ya no se les podrá venir con el cuento de Francina Armengol, ni ‘Disgustinet’, ni Rafa Ruiz, ni Iago Negueruela. Querrán soluciones y tendrán derecho a exigirlas con presteza. Y más les vale dárselas cuanto antes, mejor antes de que toquen a la puerta.