La semana pasada tuvo lugar una concentración en Formentera para pedir a la administración de la isla mayor implicación en la trágica situación del acceso a la vivienda.

Llevamos muchos años con este problema, pero en los últimos tiempos la situación es totalmente insostenible. Todos somos conscientes de la dificultad, pero el jueves le pudimos poner nombres y caras.

El nuevo gobierno de la isla se encontró con 700 firmas y una manifestación en el cuarto día de ejercicio. Los afectados no esperaron los 100 días de gracia, pero es que la situación es realmente desesperante.

El el paraíso hay personas durmiendo hacinadas en condiciones infrahumanas, en furgonetas, en coches, en el bosque, en balcones. Son los mismos que atienden a los ociosos turistas, que obviamente son ajenos a la tragedia.

El nuevo Consell anunció que aplicaría las medidas que había prometido en campaña. Pero solo con la inspección del alquiler turístico ilegal y la inspección de los contratos de alquiler se puede acabar con este desaguisado.

Formentera tiene cada día más tiendas, más restaurantes y más y mejores servicios y por ende más turistas y eso implica necesariamente más personal y más cualificado.

La vivienda disponible sigue siendo la misma que hace unos años, es decir, muy poca y a un precio prohibitivo en la mayoría de los casos. De este modo, no salen los números. Tantas camas, tantas personas y los demás al bosque o a la furgoneta. Y ya no hablamos de enraizar o de crear una familia, una autentica quimera. Se ha convertido la isla en un producto de lujo, que en muchos casos se sustenta sobre la precariedad. En algún punto del recorrido falla el mecanismo y el motor se está forzando demasiado. Ojo que cuando el calor apriete de verdad, esto tiene pinta de colapsar.

A ver si alguien hace que los números salgan.