Esta misma semana se ha hecho realidad lo que a todas luces era lo previsible vistos los resultados de las elecciones del pasado 28 de mayo; la candidata del PP ha sido elegida como nueva presidenta de nuestras Illes Balears. Ha resultado elegida por mayoría simple y gracias a la abstención de los diputados de Vox.

Desde el lunes y hasta la votación definitiva del jueves, ha tenido lugar el conocido como pleno de investidura, que empezó el lunes con la intervención de la candidata Marga Prohens, se supone que para exponer su propuesta de gobierno para los próximos cuatro años. Seguidamente y a partir del martes, se fue produciendo la intervención de los diferentes portavoces de los grupos parlamentarios, posicionándose a favor o en contra y exponiendo cada uno sus argumentos.

Hasta aquí todo normal, nada destacable que se entienda que pudiera haberse salido del guion previsible. Ahora bien, cabe resaltar que no todo fue lo normal, ni lo previsible que cabía esperar y, me estoy refiriendo en concreto a lo que para mí fue un error, que no es otra cosa que quien desempeñara la labor de portavoz del grupo parlamentario socialista en ese debate de investidura, fuera la expresidenta y todavía, si bien por pocos días, diputada autonómica Francina Armengol.

Que después de haber sido nombrada como cabeza de lista de su partido para las próximas elecciones generales del 23 de este mismo mes, después de haber dimitido ya de presidenta en funciones de la Comunidad Autónoma, sea la que marque la política a seguir en los próximos cuatro años por parte del grupo socialista en el Parlament, me parece del todo inapropiado.

Que quienes desfilaron por el atril de la Cámara autonómica marcando la posición de sus respectivos grupos fueran los que realmente van a desempeñar la función de portavoces de su grupo de diputados a lo largo de la legislatura que acaba de arrancar; hace todavía más llamativo que en el caso del grupo socialista, su próximo portavoz no interviniera para nada.

Armengol utilizó buena parte de su tiempo en el debate, en relacionar un listado de proyectos y propuestas que había llevado a cabo hasta el pasado 28 de mayo, el gobierno encabezado por ella misma durante ocho años. Sin duda, todos esos logros han sido positivos y es deseable que puedan mantenerse, sin embargo, cabe esperar algo más de un debate de investidura en el que se produce el cambio de papeles de gobierno y oposición.

Que quien ya no volverá a intervenir en los próximos cuatro años en la Cámara Autonómica diga que hará una oposición leal, cuando ese papel en ningún caso le va a corresponder a ella, parece como mínimo pretencioso. También se pudo echar en falta, interviniendo la cabeza visible del PSIB-PSOE en las islas, algo que no ha ocurrido desde la debacle electoral de mayo, no se hizo el más mínimo gesto de autocrítica y siguió sin asumir, como máxima dirigente socialista, su responsabilidad en esos recientes resultados.

No es la única persona que a día de hoy no ha sido capaz de asumir su cuota de responsabilidad; tampoco lo han hecho ninguno de los que, con la excusa de estas próximas elecciones, se siguen aferrando a sus cargos orgánicos en cada una nuestras islas. Los afiliados, simpatizantes y votantes socialistas, merecen mucha más consideración que la demostrada hasta ahora por los que siguen siendo dirigentes del partido.

Deseable hubiera sido que esta semana que termina, los ciudadanos de a pie hubieran podido escuchar al que ha de ser el que ejerza de portavoz parlamentario socialista, exponer y argumentar que tipo de oposición piensa desarrollar su grupo, para combatir las próximas propuestas del muy bien denominado gobierno de la «derecha extrema más extrema derecha». Desafortunadamente no ha sido así y habrá que esperar a poder valorar esa próxima oposición.

Tampoco la intervención de la candidata del PP fue destacable. Encorsetada por un pacto de la vergüenza y sintiéndose observada por ocho torres de vigilancia en que se convirtieron los ocho escaños ocupados por los diputados de Vox, se le notó como alguien que por mucho que quiera disimular y abanderar lo del Govern en solitario, está sometida a la voluntad de los diputados de la ultraderecha, quienes siempre van a tener la última palabra.

La dictadura del ideario de la extrema derecha, es la que le va a marcar el camino a este próximo «gobierno en solitario» del PP. Veremos donde nos conduce ignorar la violencia de género, pisotear los derechos democráticos recogidos en la ley de memoria, tratar de trapo a la bandera arcoiris, arrinconar el catalán y manipular el problema de la inmigración.

Cuando en un debate de investidura se habla más de pasado que de futuro, está claro que no está a la altura.