Interior del Teatro Pereira en obras. | Daniel Espinosa

A la progresía vilera, esa que tanto se llena la boca con la tradición y la imbecilidad de las señas de identidad y el fet diferencial, nunca les ha gustado el Teatro Pereira. Buena prueba de ello es la cantidad de trabas que han puesto a la rehabilitación desde que a la propiedad se le ocurrió recuperar el edificio para traerlo al siglo XXI y convertirlo de nuevo en protagonista de la vida social de Ibiza. Es verdad que acabaron entrando por el tubo y la cosa no fue del todo mal hasta que los propietarios    decidieron cambiar a Ferrovial por la constructora Himar para acabar la rehabilitación.

Para quienes no lo sepan, Himar es una empresa relacionada con el Grupo Prensa Pitiusa, editor de este periódico. Así que no hace falta ser muy listo para entender que el acoso denunciado en estas páginas por Pedro Matutes y la propia constructora tenía como única finalidad silenciar a aquellos que hemos dado a conocer los dislates, disparates y abusos del gobierno de Rafa Ruiz y su troupe de incapaces. Afortunadamente, les ha salido de pena. Nosotros seguimos adelante y ellos han perdido las elecciones humillados.

Sin embargo, no podemos perder de vista la forma de funcionar de estos fantasmas. Con el dinero de todos, se han cargado la ciudad. Con el dinero de todos, han reventado a los comerciantes de Isidor Macabich. Con el dinero de todos, han pretendido que un empresario como Toni Planells se fuera a pique simplemente porque no les ha bailado el agua, como sí han hecho otros.

Ruiz y su banda han atravesado límites que no atravesaría nunca un demócrata. Tampoco lo haría una buena persona. Y es verdad que las urnas les han puesto donde merecen. Pero si aún queda vida inteligente en la Vía Romana, deberían aprovechar el momento para hacer limpieza y empezar de cero.