Imagen de archivo de Teresa Costa.

Ayer se entregaron los Premis Sant Jaume de Formentera. La medalla de oro a título póstumo es indiscutiblemente para la malograda Teresa Costa por su labor solidaria a lo largo de su corta vida. Sin menospreciar en absoluto al resto de premiados, voy a centrarme en Neus Costa, Premi Sant Jaume en reconocimiento a su trayectoria profesional dentro del ámbito educativo. Neus se acaba de jubilar después de haber hecho de todo en el colegio público de Sant Ferran. Se marcha por la puerta grande, con una escuela recién inaugurada y un premio debajo del brazo, pero han sido muchos años de sacrificio en unas viejas y trasnochadas instalaciones a las que iban añadiendo nuevos barracones cada año.

Pero más allá de las desvencijadas paredes, Neus Costa ha luchado siempre por defender la escuela pública de calidad, para ofrecer las mismas oportunidades a todos. Esa ha sido siempre su gran motivación. De hecho, la defensa de la educación pública está en el ADN de los formenterenses. En 1927 se inauguró la escuela de Sant Francesc construida con las aportaciones económicas de los vecinos de la isla en un solar cedido por el ayuntamiento.

Formentera era en aquel momento un pueblo emigrante por necesidad y aquellos viajeros de la diáspora isleña entendieron al conocer nuevos mundos que el acceso a la cultura era imprescindible para tener una vida mejor y les pareció la mejor inversión para sus hijos. Sant Ferran tuvo que esperar hasta 1959 para que un precario ayuntamiento en colaboración con los padres de los alumnos construyera las modestas instalaciones de la Escola unitària d’al·lots. Les al·lotes de ses Roques tuvieron que esperar hasta 1964.

Pues de eso va la escuela pública, de igualdad de oportunidades, merecidísimo reconocimiento a Neus Costa Mayans.