¿Pantallas recurso ideal? | Pixabay

Hace unos días leía un artículo de Francisco Villar psicólogo clínico del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, donde establecía una relación entre el uso del móvil y el suicidio en adolescentes. No plantea directamente que las tecnologías provoquen el comportamiento suicida, relaciona el uso de pantallas con el incremento del malestar personal en los adolescentes, siendo este estado de ánimo uno de los factores de riesgo determinantes en el suicidio. De hecho, son muchos los estudios que relacionan el uso de pantallas con la posibilidad de desarrollar problemas de salud mental.

La Asociación Catalana de Llars d’Infants realizó una encuesta a profesionales de 110 centros educativos de 0 a 3 años y el 80% expresa que detecta una correlación entre los niños con nivel de retraso madurativo global y la sobreexposición a pantallas, hecho que observan que aumenta progresivamente año tras año.

Sin embargo, muchos progenitores, sin atender a estos datos, con respecto a los menores han convertido las pantallas en el recurso ideal para todo. 7 de cada 10 menores come con un dispositivo tecnológico delante, los pequeños no protestan e ingieren los alimentos sin problemas. El mejor recurso para viajar con menores es dejarles una pantalla, evita el mareo y las quejas. Para gestionar las esperas no existen mejor estrategia que la tecnología, no se desesperan y están entretenidos. En los adolescentes es el mejor medio comunicativo, de hecho, si no tienen móvil piensan que se quedarán aislados. Cuando están enfadados o excitados no existe mejor alternativa que dejarles la pantalla, así se calman y regulan la emoción. Podría continuar enumerando idealizaciones del uso de la tecnología táctil, incluso en el mundo adulto, pero detrás de todas estas virtudes asociadas a los dispositivos digitales tenemos la incapacidad personal en los consumidores y la dependencia al dispositivo para ser funcionales.

Somos muchísimos profesionales, de diferentes y variados ámbitos, los que detectamos a nivel general una ausencia significativa de las habilidades de afrontamiento en los individuos sobreexpuestos a pantallas. Tan preocupante como observar que la capacidad cognitiva y conductual de una persona para dar respuesta a situaciones adversas, está condicionada por una baja tolerancia a la frustración, por carencias de habilidades sociales básicas, por la imposibilidad de gestionar el malestar o por el miedo a esperar. Quizás no son ese recurso ideal que nos hemos imaginado, es solo una opinión.

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