Ses Feixes d'es Pratet. | Irene Arango

Las imágenes que ilustran el artículo de la periodista Gisela Revelles publicado en este medio sobre las personas que malviven en Ses Feixes de Vila nos hablan de una Ibiza que nadie quiere ver. Una Ibiza que no sale en las revistas especializadas de turismo, ni en las guías maravillosas que se muestran en los stands de las Ferias mundiales, ni en los selfies histéricos de l@s tont@s que pretenden descubrir una Ibiza inexplorada como si fueran Cristobales Colones.

Las fotografías de Irene Arango no están tomadas en un barrio de favelas de un país tercermundista. Son instantáneas de un día cualquiera en el camí de can Murtera, a pocos metros de pisos de cinco ceros y una abultada centena de millar o de la «milla de oro» donde atracan los yates más lujosos del mundo con letrinas que cuestan diez veces más de lo que gastan estas personas en comer durante un año. Sentados en una mesa, el grupo cuenta su desgracia mientras dan buena cuenta a un guiso de arroz que cocinan al aire libre. Son fotografías que están tomadas a pocos metros de donde usted está leyendo estas líneas en estos momentos. En la mismísima isla del lujo y del desenfreno. En la misma isla donde los meses de verano salvajes indocumentados con la cartera bastante más grande que su cerebro se dan duchas con botellas de champagne a tropecientos mil euros la botella.

Algo estamos haciendo muy mal para que los que vivimos en esta isla pasemos penurias mientras el dinero de medio mundo pasa por delante de nosotros y no somos capaces de retenerlo para mejorar nuestra calidad de vida, nuestro entorno y a los nuestros.