Cristóbal Milán.

Ya tardaba el director de la Oficina de Prevención y Lucha contra la Corrupción (OAIB), Cristóbal Milán, en maniobrar para evitar el cierre de su chiringuito infecto, partidista y sin el menor beneficio para los contribuyentes. Después de haber situado a los pies de los caballos a tan prescindible ente, filtrando una investigación secreta al diario de costumbre, ahora se enviste de la dignidad que ha demostrado no tener y traslada al Parlament y a la presidenta del Govern, Marga Prohens, unas declaraciones de apoyo que ha recibido, –seguro que espontáneamente–, de más de 20 asociaciones que reclaman su continuidad. Transparencia Internacional España, Hay Derecho, Political Watch, Acces Info Europe, +Democracia y la Red Europea de Autoridades de Integridad y Alertadores, Escuela Balear de Consumo, Asociación de Consumidores y Usuarios (Consubal) y la Federación de Sindicatos de Periodistas (FESP), entre otras muchas organizaciones ignotas y a las que no hemos oído jamás una palabra de crítica o censura ante la filtración de datos reservados de una investigación a un diario, para destruir el prestigio de los investigados y triturar su presunción de inocencia. Se ha difamado públicamente a gente y se les ha acusado de corrupción sin que se hayan podido defender y sin que Fiscalía conozca los hechos. En sus escritos, las entidades silentes ante la corrupción de la Oficina Anticorrupción, piden que no se suprima la OAIB y que se garantice la independencia de los organismos anticorrupción. Es justamente para garantizar su independencia por lo que hay que liquidarla de inmediato, sin miramientos y sin demora. La Oficina de la Inquisición ha vuelto a demostrar descaradamente su finalidad política, misión de la que ya advirtió Josep Castells (Més per Menorca) cuando votó en contra de la designación de Milán. Ya vemos cuánta razón tenía.